Donna Summer era de aquellas cantantes que se atrevía a todo en una época aún  conservadora a mediados del setenta. Lo demostró cuando convenció a sus productores de que ella era la voz ideal para popularizar “Love to love you baby”.

Una canción con una fuerte carga de erotismo, pues en él se escuchan 22 gemidos y jadeos parecidos a los de un orgasmo.

Fue el primero de muchos temas más que sonaron incesantemente en pistas de bailes y discotecas, al igual que otros  como “Hot stuff”, “I feel love”, “Last dance”, “Could it be magic”, “On the radio”, que la llevaron a ser bautizada como la “Reina de la música disco”, un título que hasta ese entonces ostentaba Gloria Gaynor.  

LaDonna Adrian Gaines, nombre real de Donna Summer, también era de esas mujeres llenas de energía que sabía manejar su fama.

La imagen seductora y provocativa que proyectaba no reflejaba su real forma de ser, más bien discreta. Quizás por esa misma razón la cantante mantuvo en secreto su batalla contra el cáncer de mama que padecía y que ayer le arrebató la vida a sus 63 años.

“Esta mañana perdimos a Donna Summer Sudano, una mujer con muchas dotes, la mayor de ellas su fe. Mientras lloramos su muerte, celebramos en paz su extraordinaria vida y su continuado legado”, expresó su familia en un comunicado.

La cantante se encontraba enfocada en terminar su nuevo trabajo discográfico, con el que pretendía regresar a los escenarios, como lo hizo hace cuatro años cuando lanzó su último disco “Crayons”, con el que se embarcó en un tour y del que se refirió: “Lo veo así: cuando Picasso tenía 35 años, ¿alguien le dijo que dejara de pintar porque tenía esa edad?... Soy una artista, tengo que hacer lo que hago, es el don que Dios me dio (...). Mientras tenga el corazón, la capacidad, la salud y la voz para hacerlo, es lo que debo hacer, pintar imágenes para el público con mi voz”. Y se la continuará escuchando, aunque ya no esté físicamente.