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El Telégrafo
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El bajo es el esqueleto de la base rítmica en cualquier canción

El bajo es el esqueleto de la base rítmica en cualquier canción
14 de noviembre de 2012 - 00:00

Juan Carlos Vergara recuerda que durante sus inicios como bajista, su instrumento era más grande que él. Con el paso de los años se fue perfeccionando como ejecutor y durante ese tiempo escuchó toda clase de comentarios acerca de quienes entonan el bajo.

Uno de ellos es que los bajistas “se la pasan ‘a vaca’, de que son meros acompañantes. Él quien también toca la guitarra, piano y batería, defiende la importancia del bajo, el instrumento con el que incluso se ha ganado un nombre artístico ‘El Jefe’.

“El bajo es sumamente importante en las bandas y orquestas porque es con el que se marca el tiempo y a la vez es el esqueleto de la base rítmica en las canciones. Con su frecuencia grave brinda el cuerpo y la profundidad necesarios en la música, equilibrando los sonidos en complemento con los demás instrumentos”, asegura el músico que tiene como referentes al argentino Pedro Aznar, ex Serú Girán; al fallecido estadounidense Jaco Pastorius y al británico John Paul Jones, ex Led Zeppelin.

Su origen data del siglo XVI, aunque con otras características físicas, que fueron adoptadas en el siglo XIX, época en que se integra para las obras orquestales. Vergara agrega que en la década del 50, el bajo empezó a reemplazar al contrabajo porque facilitaba su ejecución. Desde ahí se convirtió en un instrumento clave en distintos estilos de música popular.

El músico explica que la diferencia que existe entre el bajo y contrabajo con la guitarra es que producen sonidos más graves. De hecho, su afinación es con una octava más grave e incluso las dimensiones de su cuerpo varían, pese a que tienen cierta semejanza.

14-11-12-jefe-vergara-Este instrumento, que en el mercado fluctúa entre los 120 dólares a los miles, está compuesto por un cuerpo elaborado por una diversidad de maderas. Eso depende del modelo y marca. Las más comunes son arce, caoba, aliso, fresno y tilo americano.

El mástil, que tiene incrustado el diapasón, se lo construye por lo general con madera o materiales alternativos. Transmite la vibración de las cuerdas hacia el cuerpo y ofrece estabilidad entre estas dos piezas, mientras que la cejilla sujeta las cuerdas que va en pequeños canales a la altura del clavijero. Ahí van las clavijas que tensionan las cuerdas y con las que se afina el instrumento. La cejilla puede ser hecha de plástico, hueso o marfil.

El puente regula la separación de las cuerdas, que son metálicas, al otro extremo del mástil. Vergara explica que con el paso de los años la tecnología ha mejorado los bajos. Entre sus componentes electrónicos constan las pastillas o micrófonos y el sistema de circuito.

Explica que existen bajos con trastes y sin ellos conocidos como ‘fretless’. Los trastes son las marcas metálicas verticales que dividen el diapasón y señalan los semitonos.

La diferencia con un ‘fretless’ radica en que no tiene marcas y el diapasón es liso en su totalidad (como un violín), que permiten que la ejecución sea más expresiva. Además el sonido es más sutil porque la vibración de las cuerdas se transmite directamente al diapasón y no a los trastes.

El ‘Jefe’ afirma que hay bajos de cuatro, cinco y seis cuerdas. También de rango extendido (de siete cuerdas en adelante), de tenor, piccolo y de cuerdas dobles.

No obstante, los más populares son los de cuatro cuerdas, cuya afinación son con las notas mi, la, re y sol, igual a la del contrabajo y a las cuatro cuerdas más graves de la guitarra. Para Vergara, la afinación es lo más importante en un principiante, además del modo en que se usa la mano que no sostiene el mango. “Esa es la que le da color a las notas”, sostiene.

Lo habitual es emplear los dedos índice y medio con esa mano, aunque hay técnicas que permiten el uso de los otros dedos. Un ejemplo son los ‘slapping’ (golpes contra las cuerdas) en los que se puede usar todos los dedos o con el pulgar.

Existen otras técnicas como el ‘hammer-on’ ‘que es un martilleo y más. Puede ser con los dedos y con vitelas. Depende de su ejecutor. “Para sostener el bajo se procede igual a la guitarra. El pulgar sostiene el mástil y los demás dedos pulsan de manera individual y alternada el diapasón de acuerdo al ritmo de la canción. Técnicas sobran, en muchas melodías se pueden usar cuatro dedos simultáneamente para formar acordes”, refiere Juan Carlos Vergara quien asegura que el bajo es imprescindible en todos los géneros sea funk, punk, rock, reggae, jazz, blues o cualquier otro “porque tiene una tesitura única”.

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