En un día común en la vida de Douglas Sellán no pueden faltar una libreta, un bolígrafo y un pito. Su oficio de agente de tránsito le obliga a utilizar estas herramientas; pero cuando no está en ejercicio de sus funciones, cambia el silbato por un micrófono.

Desde hace diez años, intenta abrirse paso en el mundo artístico local a través de sus canciones. Empezó como reggaetonero, pero ahora incursiona en la fusión urbana con algo de ritmos tropicales.

Ahora llega a los medios de comunicación con una canción a la que tituló ‘Celocita’, en un afán de jugar con las palabras que son utilizadas en su labor de vigilante. “Ya sabes, cuando un conductor maneja de mala forma o incumple alguna regla: ‘se lo cita’”, explica con humor.

Su sencillo no tiene nada que ver con el tránsito. En él abarca una problemática que afecta a muchas mujeres ecuatorianas: los celos hacia su pareja.

Sacó la historia de su propia vida. Como vigilante, debe tratar con muchas personas a diario y su pareja no puede evitar la desconfianza. “Pero esto es un problema general, ¿quién no conoce a una mujer celosa?”, cuestiona con una sonrisa.

Sobre él y su historia. Douglas es del Suburbio. De allí es donde salieron emblemas reggaetoneros como Subversivos y Ecualízate, a inicios de la década pasada. Él también perteneció a esa época en que el perreo aún no tenía cabida en el mundo del reggaetón, que apenas veía a sus primeros exponentes.

La diferencia entre estos dos géneros es que el reggaetón utiliza sonidos con ecualizador para dar un toque electrónico a alguna canción, mientras que el perreo se vale de repeticiones rápidas en medio de la pista para incitar el ya famoso baile homónimo en que una chica se inclina hacia adelante mientras su compañero le roza la cintura en la parte de atrás.

Douglas había llevado la música como pasatiempo hasta hace cinco años. Hace siete, entró a la Comisión de Tránsito y le prestó más atención a su vida laboral, pero el ‘bichito’ de cantar seguía con él.

“Siempre hice reggaetón, me gusta el hip hop pero es medio agresivo. Mis temas son sanos, para todo tipo de público. No estoy de acuerdo con esas canciones a doble sentido que se pueden malinterpretar”, explica este confeso admirador de artistas como Jhonny Lexus y Big Boy.

“Extrañaba el ambiente”, dice con acento guayaco para justificar su retorno a la escena. Quiere bautizarse como Don Glas en el mundo artístico y ya prepara el video de su canción, una audiovisual que, en sus palabras, le está sacando “un ojo de la cara”.

Lo que se viene
Este año, probablemente se gradúe de abogado.

Está también trabajando en la planificación de tres nuevos temas junto con un productor independiente. Aunque su esposa no está de acuerdo, él seguirá en su lucha para convertirse en un artista urbano reconocido en el medio.