Es un día especial, más allá de la importancia de la cita entre la comunidad y las urnas, es un día convulsionado, casi festivo, de sentimientos encontrados y sensaciones que van del tibio tedio del sofá frente a la televisión hasta la calle caliente repleta de pasos de ida y vuelta, de zapatos nuevos y gastados, de brazos gordos y flacos, de rostros muy jóvenes que a los dieciséis ya votan y hasta octogenarios que se empañan de emoción cuando se empeñan por cumplir con su otrora obligación.
No es un día cualquiera, no es el domingo del calor común, de las bielas prohibidas, de la malla de ecuavoley colgada por torsos desnudos de más de cuarenta ni de las cañas para hacer arcos o las piedras para el indor. No señor, este domingo será como todos esos otros en que ha habido que tener que salir a decidir por lo que más nos conviene, aunque en beneficio o perjuicio la mayoría gana.

Entonces, la etiqueta dicta que hay acostarse temprano el día anterior para salir de mañanita con buen semblante, pero no tanto porque después te agarran en mesa si es que faltó alguno, la gente se guapea, hasta los que salen solos van olorocitos a lavanda, pelo bien cortado, guayabera los señores, las señoras con cartera y la boca pintada, los pelucones en sus gigantes 4x4, y los hipsters que no quieren votar porque es demasiado mainstream igual van arrastrados por sus novias tatuadas y llenas de piercings que los arengan con la voz de “it´s all about the paper” o sea más claro, hazlo por el documento.

Todos votan, es obligación, así que mejor pon tu cara más bonita y conviértelo en un acontecimiento, sal en familia, vayan con hambre si les gusta comer de lo que ofrecen los caramancheles en las aceras, lleven suelto, “emplastiquen”, ríanse si se equivocan de mesa y busque presuroso la propia, la de verdad, la que si le toca para que la esposa no me lo vaya a estar puteando o gozando por cárgame las puertas.

Salude con sus primos, amigos homónimos y hasta con esos hermanos que le han dicho que son hermanos suyos, pero que aún no está seguro; asómbrese de la diversidad de razas con su mismo apellido, mire a otras chicas sin que la suya se dé cuenta y para el calor pida un granizado de piña, menta y “rosa” (el color - sabor) y si es goloso con 50 ctvs más de leche.

Evite el tráfico, parquee a una distancia saludable de su recinto, engrase sus rodillas y camine, al volante sea considerado, saque esa cortesía que tiene solo para dejar cruzar a los buenos rabos al otro lado de la calle y úsela con adultos mayores, señoras embarazadas y niños, y sobre todo conserve calma, paciencia, humor y vote a conciencia o dibuje una llave de tuercas, esa es su opción irrenunciable.

Solamente recuerde que el día de las elecciones es tan movido como un chayo lleno de lisas arrastrado por la arena, llena de pangas acosadas por una parvada de gaviotas.

Última reflexión: el domingo son las elecciones, pero el sábado es el Clásico, ¿a qué hora empieza la ley seca?