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El Telégrafo

Los pirómanos requieren tratamiento psiquiátrico

Los pirómanos requieren tratamiento psiquiátrico
20 de septiembre de 2015 - 00:00

No pueden controlar sus impulsos y tienen una atracción casi desmedida hacia el fuego. Los pirómanos sufren un trastorno mental que requiere un tratamiento psiquiátrico. Este trastorno ha sido documentado  y se han identificado ciertas características repetitivas en quienes, por placer, prenden fuego.

La mayoría de ellos siente una fascinación extrema por contemplar el incendio y por todos los elementos que le rodean hasta que este se apaga. Al mismo tiempo, experimentan un aumento de la tensión antes de producirlo y un alivio emocional una vez ejecutado.

Aunque son conscientes de lo que hacen y no dan importancia a los daños personales o materiales que puedan provocar, no pueden dominar su impulso por iniciar un incendio. Según el psiquiatra ecuatoriano Edwin Ramiro Dávila, la piromanía forma parte de los trastornos de control de los impulsos, entre los que están también la cleptomanía, el juego patológico (arrancarse el cabello, comerse las uñas y otros).

“Generalmente estos trastornos están incluidos en un grupo de comportamientos que tienen la característica de ser actos repetitivos que no tienen una motivación racional”.

Para el especialista, cada una las personas detenidas por los incendios registrados en estas semanas, debe ser evaluada de manera individual, porque no todas tendrán este trastorno.

No es el fuego prendido lo que determina la conducta de un individuo, es al revés: puede ser una persona que tenía ganas de molestar, de llamar la atención, lo que le motivó a encender el fuego”.

Al parecer, el comportamiento incendiario en los niños y jóvenes es el resultado de una interacción compleja de factores individuales, sociales y ambientales. De hecho, hay un rango de actividades incendiarias que representan diferentes niveles de severidad psicopatológica. Un grupo de investigadores londinenses sugiere que los adolescentes de 18 años e incluso menores, representan una proporción significativa de individuos involucrados en comportamientos incendiarios.

Quienes apoyan estas teorías advierten que hay un grupo común de rasgos clínicos entre ellos. El desarrollo del comportamiento con el fuego en los niños y adolescentes puede verse bajo una secuencia natural de fases psicosociales, como lo revela un estudio publicado por la revista Centre Londres, de Inglaterra.

Según esta investigación, existen 3 fases secuenciales del comportamiento respecto al fuego: interés por el fuego, experiencias de iniciación con el fuego y prender fuego.

Para la psiquiatra Yolanda Villacreses Vinueza, la gente que tiene este problema tiene el trastorno de falta de control.

“Estos pacientes, por lo general, tienen un trastorno. Tienen una necesidad del prender fuego durante todo el año y no solo en verano o en un mes determinado”.

Según ella, muchas personas provocan fuego para ganar algo o hacer daño a alguien y eso ocurre con los pirómanos. Las causas de este trastorno son múltiples.

“Puede desarrollarse en personas que fueron hiperactivas en su niñez o en aquellas que tienen dificultades para relacionarse o en quienes sufren depresión”.

Los pirómanos, por lo general, han tenido desajustes emocionales desde muy temprana edad y se camuflan en una conducta que se convierte en una salida a la frustración. Para ellos un incendio puede ser incluso un desahogo.

Su patología, como señala la psiquiatra, se puede manifestar desde la infancia. Les gusta prender las cortinas, sábanas y constantemente juegan con fuego. Para tratar este trastorno, hay una serie de medicamentos psiquiátricos y uno de los más utilizados son los antidepresivos.

¿Organizados?

Hay muchas personas que consideran que los pirómanos son esquizofrénicos o psicóticos, pero hay estudios médicos que lo descartan. La mayoría de los pirómanos actúa de forma poco organizada o de manera apresurada, incluso, promueven falsas alarmas.

En el momento de iniciarse el fuego se encuentran en un estado de trance, aunque los psicólogos matizan que “son conscientes de lo que hacen y no dan importancia a los daños personales o materiales que puedan generar”. En algunos casos, los pirómanos se mantienen en las proximidades del fuego e incluso participan en las tareas de extinción o de búsqueda del culpable y cuando son detenidos se muestran colaboradores.

El verano es, de hecho, una época ‘ideal’ para los pirómanos, porque existen las condiciones climáticas que favorecen la propagación del fuego. Para quienes padecen este trastorno tiene un valor significativo el haber iniciado el incendio.

Por otro lado, a quienes sufren esta patología les “da lo mismo” que con sus actos provoquen pérdidas humanas, materiales o incluso daños ecológicos.

Algunos psiquiatras coinciden al afirmar que este trastorno puede tardar años en manifestarse.

Es así como un trastorno mental puede pasar inadvertido hasta que, por distintos factores, se desencadena la inestabilidad emocional y la falta de control que les lleva a provocar un incendio de grandes magnitudes. Aunque hay fármacos específicos  para tratar este tipo de alteraciones mentales, la curación definitiva resulta complicada.

Los psiquiatras insisten, además, en que es necesaria una valoración individual y un seguimiento a largo plazo. (ARB)

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