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No pueden ahora lavarse las manos. Es un fracaso a partir de una propuesta “loca”. No la propusieron cuando estaban directa o indirectamente vinculados a todos los gobiernos anteriores.
Y con el de ahora tampoco contribuyeron en su desarrollo e implementación y dejaron que llegara el momento del “fracaso” para victimizarse e inculpar a quien la propuso como creativa y simbólica. Duele (y muy fuerte) no concretar la compensación mundial.
Es un fracaso para el mundo, pero hay que dejar por fuera lamentos e inculpaciones para asumir los retos y las utopías que nos convoca ese símbolo poderoso que es el Yasuní como zona y parque de oxigenación mundial. En adelante hay que discutir cómo invertir ese dinero para un verdadero Buen Vivir.