Las cifras están a la vista, las obras a mano de propios y extraños, las instituciones asumiendo los mandatos constitucionales y los procesos políticos, sociales y culturales en marcha, en toda su complejidad, con las contradicciones normales.

Todo eso en un ambiente de estabilidad y bajo una democracia cada vez más cercana a esos anhelos por muchas décadas postergados.

Como un punto de inflexión también se podría señalar que el séptimo aniversario de la llegada al gobierno de Rafael Correa también significa un mejor y mayor reconocimiento internacional a una propuesta innovadora y creativa.

Ecuador, en definitiva, no se parece al de 2007 porque se ha hecho bastante y sembrado mucho. Y hay que seguir en ese rumbo para tener una sociedad equitativa plena.