A diferencia de los historiadores, de aquellos científicos sociales que miran las cosas más allá de las fechas y de las personas, en nuestro medio los llamados analistas y politólogos se han encaprichado en etiquetar el proceso social del Ecuador bajo una etiqueta  política nada inocente: “correísmo”. Así quieren colegir que en nuestro país todo ha dependido de una persona y por eso hablan de “velasquismo”, “febrescorderismo” o de “borjismo”. Se ensalsan en esas estigmatizaciones y dejan correr por debajo los verdaderos procesos sociales y las vertientes históricas de los mismos.

Evidentemente hay una intención clara: exponiendo al extremo a la persona anulan a los actores sociales (personas, grupos, organizaciones, comunidades, etc.) y sus evidentes acciones históricas como los factores reales de la transformación. Siguiendo esa lógica (como ya lo dijo el presidente derrocado, no por una persona sino por una corriente popular) “acabado Correa se acaba el correísmo”. Muy claro y elocuente. Pero en boca de Lucio Gutiérrez suena hasta feo, pero en boca de editorialistas, analistas, politólogos y hasta historiadores parecería que suena bonito. Y si les dicen que es igual a lo que dice Gutiérrez se sonrojan y hasta miran a un lado.

De muchas maneras Rafael Correa es efecto y causa a la vez de un proceso que vive el país desde que el modelo neoliberal (ese sí no es calificado como “sixtoduranballenismo” ni tampoco como “febrescorderismo” y menos aún como “bucaramismo” o “gutierrismo”) se aplicó con las palancas de quienes sí estaban ejerciendo todo su poder desde las gerencias de los bancos, de las bananeras y desde algunas dirigencias de las cámaras de la producción.

Pero, por más que él encabece el gobierno, no se puede ocultar todo el conjunto de acciones y tareas impulsadas por el movimiento social y muchas organizaciones que todavía resisten al neoliberalismo (ahora abanderado por los candidatos de la derecha) y proponen otra sociedad sin maquillar al capitalismo. Y a todo eso, ¿qué calificativo aplicarán los “analistas inteligentes” del Ecuador?