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Hace un año el mundo se sorprendió con la entrada en la Embajada ecuatoriana en Londres del periodista y fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
Y las sorpresas continúan. En esta ocasión porque el Gobierno inglés no le otorga el salvoconducto. ¿Qué razones de fondo lo impiden? ¿De verdad es un asunto estrictamente legal? Y si fuese así, ¿por qué la declaración judicial que se requiere de Assange no se la toma en la sede diplomática?
No cabe duda de que es un asunto de mucha sensibilidad y complejidad políticas. Y en medio, aunque no se lo admita, está la política estadounidense sobre el tema.
Si todo sigue así, Assange podría permanecer -como él ha dicho- cinco años más en la legación, pero la comunidad mundial no puede aceptar un “castigo” de esa dimensión por un delito no cometido.