El libreto es casi calcado: se generan acciones militares a partir de exacerbar problemas internos, se financia a grupos supuestamente rebeldes, se denuncian acciones represivas del Gobierno y luego se convoca a la comunidad internacional a legitimar una invasión.
Así ha ocurrido en las últimas décadas en naciones donde EE.UU. y sus aliados no tienen el control absoluto de los territorios, recursos y actores políticos.
Ahora le toca a Siria y para ello han utilizado una serie de argucias, violando la soberanía y la autodeterminación de ese país -además de una millonaria y planetaria campaña mediática- para desprestigiar y desinformar sobre las reales causas del conflicto. La comunidad internacional debe exhortar a la prudencia con lo que se haga en Siria.