Está bien el debate y la postura de quienes defienden la lactancia como un acto humano ‘normal’. Siempre fue así, pero hay retrocesos en la historia por un sinnúmero de prejuicios. De hecho, hay políticas públicas para que las madres lactantes tengan espacios para extraer la leche de sus senos. Los llamados lactarios deben existir en aquellos centros de trabajo con más de 20 mujeres en edad fértil.

Pero no debemos olvidar que esa imposición de casi ocultar o de mirar de mal modo a una madre en pleno acto de lactancia también estuvo acompañada de estigmatizar, por ejemplo, a las madres indígenas que no tenían ningún recelo de hacerlo. O también de fotografiar a las mujeres asiáticas, africanas o indígenas como un hecho ‘folclórico’. Todas ellas nunca tuvieron problema con eso.

Quizá este asunto nos devuelva a otros debates sobre el sentido de la vida desde visiones ancestrales sin caer en fundamentalismos innecesarios. A propósito de la llamada Semana Mundial de la Lactancia, es clave reflexionar sobre este asunto, para no tratarlo como una ‘moda’ o novelería, sino como un tema intercultural. (O)