La gran fiesta del libro en Quito, la FIL 2019, abre su telón mañana luego de superar los escollos que la hicieron peligrar. En primer lugar, la falta de un presupuesto y luego las protestas de octubre que motivaron su suspensión en la fecha planificada tendieron un manto de incertidumbre, hoy levantado.

Los organizadores han vaticinado que los quiteños y todos los ecuatorianos tendremos esta vez una feria diferente, en este evento de cinco días que convertirá al Centro de Convenciones Metropolitano del Parque Bicentenario capitalino en un epicentro del tan necesitado fomento de la lectura.

La FIL Quito 2019, además de sus lógicas atracciones desde el punto de vista editorial y la presencia de escritores nacionales —privilegiados esta vez— y de figuras internacionales, será una oportunidad para, en un espacio plural, debatir e intercambiar ideas de lo que está pasando en nuestra casa y el país.

Punto de atención será el homenaje al escritor lojano Pablo Palacio, a veces injustamente olvidado y que será recordado en el Primer Encuentro Internacional de Cuentistas que llevará su nombre, en lo que se espera que marque el renacer de este insigne literato. La FIL Quito 2019 también despierta la expectativa de nuestros niños que tendrán un área especial con el nombre de La isla encantada.

Pero nada es producto de la casualidad ni del azar, detrás de toda gran obra está el trabajo sostenido de un equipo del cual no se pueden mencionar todos los nombres aunque vale reconocer el esfuerzo de las figuras gestoras, entre los que se encuentran el ministro de Cultura, Juan Fernando Velasco; María Fernanda Ampuero, gerente del Plan Nacional de Libro y la Literatura José de la Cuadra, y el colectivo de la Cámara Ecuatoriana del libro con su presidente Oswaldo Almeida al frente.

Los libros serán esta vez con más fuerza un faro y un espacio para el diálogo sin lugar a rencores, resentimientos y desavenencias, como dijo María Fernanda Ampuero: “de la gente que no odia ni tira piedras”. (O)