Tras sendos fracasos en competencias continentales, los dirigentes del fútbol alemán, en 2004, y uruguayo, en 2006, generaron proyectos para apostar a mediano o largo plazo a competir con los grandes.

Los resultados fueron positivos. Ambos planes, casualmente, se centraron en promover la generación de talento nuevo. Para eso, los directivos de las federaciones nacionales se asociaron con los principales de los clubes y los patrocinadores para crear o fortalecer academias juveniles en todos los equipos del país.

Otro punto clave fue mejorar el desarrollo de los jugadores dentro de sus clubes, enfocándose en la alimentación, la educación y el factor psicológico, con el fin de que se desempeñaran a su máximo nivel.

El siguiente paso fue crear un estilo de juego único, ubicando a entrenadores con el mismo paladar, en todas las categorías. En Uruguay, Óscar Washington Tabárez, líder del proyecto hasta hoy, sumó a profesionales de su confianza en las distintas selecciones, tal cual aconteció en Alemania con Jurgen Klinsmann, quien luego de 4 años le entregó la posta a Joachim Low, su asistente técnico.

En nuestro país, cuando la selección no logró clasificarse al Mundial de Rusia 2018, la dirigencia solo apuntó al DT de turno. El directorio de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, presidido por Carlos Villacís en ese entonces, consideró que toda la responsabilidad de la eliminación recaía sobre Gustavo Quinteros y que las causas del fracaso eran los jugadores que el DT elegía, las alineaciones y las variantes que realizaba en cada partido.

La FEF cambió de entrenador, pero los resultados no variaron. La mala campaña de la selección dirigida por Hernán Darío Gómez en la Copa América 2019 alertó al nuevo timonel del organismo.

Francisco Egas descubrió una problemática que su antecesor no quiso hallar: que la involución de la selección no es solo fruto del trabajo del estratega, sino también del bajo nivel de los jugadores en comparación con los rivales, de una mentalidad poco ambiciosa, de sus malas conductas y de una polémica interminable por el arreglo de los premios para vestir la “tricolor”. (O)