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Su muerte ha conmovido en el alma a todo el país. Deberá quedar claro por qué lo dejaron morir. Pero su ausencia deja un legado profundamente humano: desde la modestia y la lucha se puede llegar alto, sin perder un gramo de sencillez y de dignidad.
Con su ejemplo, como el de muchos hombres afroecuatorianos, nos podemos resignar a su pérdida, sintiendo como nuestros su coraje, entrega y sentido de lucha. Cada vez que pudo ganó y venció pensando en su patria y en los millones de niños y jóvenes que quisieran ser como él.
La conmoción causada por su temprana muerte debemos procesarla para entender mejor a la humildad como una herramienta digna de superación y crecimiento humano.
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