El invierno crea ambientes y paisajes únicos, efímeros. Solo duran los meses de lluvia; con el verano se transforman en polvo y piedras secas. En un recorrido de solo 8 kilómetros, en la zona más poblada, de la vía a la Costa se encuentra desde pequeñas vertientes, ríos y hasta cascadas que son usadas por los ciudadanos para disfrutar los fines de semana o por los ciclistas y vendedores ambulantes para refrescarse luego de una jornada agotadora. La mayoría de estos espacios se ha deteriorado por la voracidad de las canteras y las urbanizaciones. (I) {unitegallery portafolio_pa_23_06_17}