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El Telégrafo
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La historia ferroviaria de Durán se conserva en dos trenes miniatura

Guillermo Davis mantiene las obras de su padre en un taller del cantón Durán. Pide que los trenes a escala sean declaradas patrimonio del cantón.
Guillermo Davis mantiene las obras de su padre en un taller del cantón Durán. Pide que los trenes a escala sean declaradas patrimonio del cantón.
Fotos: Danny Mera / Medios Públicos
27 de junio de 2019 - 15:24 - Redacción Web

En un antiguo taller, en medio de fierros, máquinas y herramientas sobresalen dos joyas de la tradición ferroviaria del cantón Durán, en la provincia del Guayas.

Se trata de dos réplicas a pequeña escala de trenes que tienen más de medio siglo de construcción, pero que se conservan como si hubiesen trabajado recién. Las ruedas, la locomotora, los ejes, lucen impecables.

Con aceite y líquido abrillantador, Guillermo Davis Asanza, de 67 años, les da periódicamente mantenimiento a las máquinas construidas hace más de seis décadas por su padre, el extinto mecánico ferroviario Guillermo Davis Piñeres.

Sentado en un taburete junto a las dos creaciones, Guillermo cuenta entre anécdotas la historia de las locomotoras y de su padre, al que considera un genio de la mecánica.

“Maquinita”, apelativo que a más del conocimiento de la mecánica heredó de su padre, cuenta que el amor por los trenes lo heredó de su abuelo, el estadounidense William Davis, quien llegó a principios del siglo pasado a trabajar como maquinista en el tren construido en la presidencia del general Eloy Alfaro.

Cuando apenas era niño, cuenta Guillermo, su abuelo se marchó a su país y su padre quedó solo con su madre, una colombiana revolucionaria liberal, y sus hermanos en Durán.

Agrega que desde pequeño su padre a manera de juguete construyó una primera réplica de hojalata y la halaba con un cabo. Esta primera máquina la paseó por la estación del ferrocarril y el entonces superintendente del tren quedó maravillado por la habilidad del niño Davis, por lo que le prometió un trabajo apenas cumpla los 16 años.

En efecto, el joven pasó a trabajar en Ferrocarriles del Ecuador el 16 de enero de 1921 y en esa institución profundizó sus conocimientos y su técnica en mecánica, pese a tener solo estudios hasta cuarto grado de instrucción básica.

En 1937, su padre -cuenta Guillermo- construyó el primer tren, al que lo exhibió en varias ferias del país. Relata que esa máquina al pasar de mano en mano la perdió.

No obstante, su amor por la mecánica lo llevo a construir una nueva locomotora en miniatura en 1947 y al cabo de cinco años ya la tuvo lista. Se trata de una réplica del tren tipo 30, similar al que recorrió Durán-Alausí-Riobamba en tiempos de Alfaro.

Este tren se caracterizaba por la potencia de la máquina para trepar la cordillera de Los Andes.

Posteriormente, construyó el tren tipo Unión Pacífico, de la que sacó los detalles apenas leyendo una revista. Esta máquina, que la construyó entre 1964 y 1968, tiene la característica de velocidad y solo recorre el llano.

“Imagínese solo leyendo una revista, mi padre fue capaz de construir un tren. Por eso digo que Dios le dio ese don de la mecánica”, cuenta con orgullo.

Guillermo Davis añade que en su momento ambas máquinas se exhibieron en importantes ferias y eventos de Quito, Guayaquil y otras ciudades del país.

Pero el evento tradicional y característico es la echada a andar cada 16 de octubre, en la víspera de las fiestas del cantón Durán.

Ese día es de fiesta en el barrio. Decenas de personas se ubican desde temprano afuera del taller situado cerca de la estación ferroviaria, a observar cómo se instalan los rieles en un tramo de unos 100 metros.

Las calles se cierran. Luego de echar el diésel y agua, Guillermo Davis echa a andar los trencitos, tal como lo hicieron antaño los viejos trenes de la estación de Durán. Algunos niños se suben a los vagones y disfrutan del paseo que no dura más allá de dos minutos.

Vecinos dan cuenta de la mezcla de alegría y nostalgia que causa cada año ver recorrer los trencitos. “Se vienen recuerdos de la niñez cuando el tren anunciaba con sus potentes pitos su llegada o salida”, comenta María Cevallos, moradora del sector.

Inclusive, la tradición de Guillermo “maquinita” Davis ha quedado plasmada en un mural frente al taller. Allí se observan los trencitos que llevan a niños, junto a los rostros de Guillermo Davis Piñeres y sus hijos Guillermo y Carlos, quienes aún mantienen viva la tradición del paseo anual la víspera de las fiestas.

Para este 16 de octubre de 2019 se tiene prevista una nueva edición del paseo de los trencitos, que -según dice- espera tenga el apoyo de las autoridades locales.

Recuerda que en 2016 le exigieron pagar por el uso de vía pública, lo que lo desmotivó y no hizo el paseo. “Es la única ocasión en más de medio siglo que desistimos de hacer el tradicional recorrido, por falta de apoyo”, asegura.

Don Guillermo luego de contar la historia de las joyas de su taller se levanta de su asiento y les echa un vistazo a sus máquinas. “El único temor que tengo es que el día que mi hermano y yo ya no estemos en este mundo se vaya la tradición del paseo”, lamenta.

Por eso, pide desde ya que alguna autoridad local se interese por estas máquinas y que sean conservadas en un museo, pues no solo son unas obras de arte de la mecánica, sino que hablan de la rica historia ferroviaria del cantón Durán. (I)

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