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Crónica a pie

Camal-Hipódromo, la ruta que lleva a ninguna parte

Camal-Hipódromo, la ruta que lleva a ninguna parte
Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
30 de agosto de 2016 - 00:00 - Luis Almeida Gutiérrez. Coordinador Sección Quito

El bus de la Cooperativa Camal-Hipódromo ‘tose’ a través del tubo de escape mientras asciende por la calle Gualberto Pérez en dirección al barrio La Ferroviaria, en el sur de Quito.

Son las 18:30 de un miércoles de la época de vacaciones y, a pesar de ser ‘hora pico’, la unidad lleva ‘tan solo’ a una decena de personas de pie.

El conductor hunde el embrague, pero no lo suficiente por lo que al cambiar de marcha, la transmisión literalmente ronca y el vehículo vacila entre avanzar o retroceder. Esto genera burlas sobre la capacidad profesional del chofer y alguien dice: “Así son estos”, al tiempo que se pregunta sobre qué ocurriría si fuese época de clases y el bus estuviese lleno.

En la confluencia con la calle Nariz del Diablo, la aparición repentina de un taxi obliga a un frenazo y un corto retroceso. Una maniobra similar a la que realizan las locomotoras cuando ascienden el accidente geográfico del mismo nombre durante los viajes del llamado ‘tren más difícil del mundo’ entre la Costa y la Sierra.

La unidad de transporte sube por una zona que está plagada de calles con nombres alusivos al ferrocarril ecuatoriano: Archer Harman (constructor), Durán (estación final en la Costa), Hermandad Ferroviaria, etc.

La denominación misma del área (Ferroviaria) se refiere a la mayor obra del general Eloy Alfaro y a los trabajadores del medio de transporte, quienes fueron sus pobladores originales.

La confluencia de la calle Hermandad Ferroviaria y Atocha sirve como estación de final de las unidades. Dos kilómetros atrás quedó el actual centro comercial Chiriyacu, donde hasta fines del siglo pasado funcionó el camal de la ciudad.

El establecimiento contagió su nombre a la zona, que empezó a ser conocida simplemente como El Camal y generó la mitad del nombre de 3 líneas de transporte: Camal-Hipódromo, Colón-Camal y Camal-Aeropuerto.

José González, conductor de la primera de las rutas hace 23 años, no encuentra lógico que se hubiera cambiado el nombre de la línea tras la mudanza de la empresa de rastro a su ubicación actual, en el suroriente capitalino. “Todo el mundo nos ha conocido así desde siempre”.

Según Blanca Suárez, dueña de una panadería, “los buses se alzan temprano”. Alrededor de las 19:00, el último vehículo de la línea sale en dirección al centro-norte de la ciudad.

A la altura de la zona conocida como ‘Las 5 Esquinas’, cerca de la av. Napo, una pareja de enamorados se sorprende ante la pregunta de si “el carro llega hasta el hipódromo de Quito”.

Pedro Gálvez, un anciano sentado en un asiento contiguo, aclara divertido por la  escena que “el hipódromo dejó de existir hace unos 40 años, cuando construyeron La Carolina (parque)”, pero que la línea de buses siguió llamándose de la misma manera.

Tras cruzar la zona de la Pasteurizadora Quito, la unidad toma la av. Velasco Ibarra e inicia el descenso en dirección al río Machángara. Un tramo que hasta hace unos 25 años era sinónimo de muerte por las constantes pérdidas de frenos de buses, sus desbarrancamientos y la pérdida de decenas, quizás centenas, de vidas.

El bus hace una pirueta alrededor de la zona El Trébol y se adentra en el Playón de La Marín. En la confluencia de la calle Sucre y av. Pichincha, el conductor efectúa una ‘parada técnica’ en espera de eventuales pasajeros.

Con pocos resultados, probablemente debido a la hora, reinicia la marcha al cabo de 7 u 8 minutos.

El automotor roza el Centro Histórico a lo largo del área conocida popularmente como La Marín, pero que en realidad toma prestado el segundo apellido de la plazoleta contigua Francisco Andrade Marín, ubicada en la esquina de las calles Montúfar y Mejía. Atraviesa San Blas y se enrumba en dirección al norte de la urbe.

Atrás quedan La Alameda, El Ejido, mientras ocasionales pasajeros abordan el bus que recorre las calles de una ciudad que parece irse quedando vacía. A velocidad regular por la falta de tráfico, la unidad de transporte enfila por la 9 de Octubre y alcanza la av. Eloy Alfaro.

Vira en dirección al oriente, toma la Amazonas y ágil pasa junto a La Carolina como buscando la otra mitad de su nombre. (I)

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