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El Telégrafo
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Las expectativas de incrementar las inversiones se desaceleraron por la difícil coyuntura mundial

México enfrenta la crisis con un recorte presupuestario de 124.000 millones de pesos

El programa de recorte ha incidido negativamente en las inversiones previstas para la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex). Foto tomada de Internet
El programa de recorte ha incidido negativamente en las inversiones previstas para la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex). Foto tomada de Internet
09 de noviembre de 2015 - 00:00 - Paula Mónaco Felipe, corresponsal en México

En los planes del Gobierno mexicano, el año 2015 sería de prosperidad. Después de aprobar una serie de polémicas reformas estructurales que incluyeron la apertura de los hidrocarburos al capital privado, la gestión que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto por fin recibiría millonarias inversiones extranjeras.

Sin embargo, los sueños se desinflaron con la caída del precio internacional del petróleo. La coyuntura internacional fue un balde de agua fría que congeló todo negocio.

Tanto así que en la primera licitación de campos petroleros -conocida como Ronda 1 y realizada en julio de este año- los inversionistas dieron un paso atrás. Solo se adjudicaron 2 de los 14 proyectos disponibles, es decir el 14% de las áreas.

“Teníamos que salir y entender, aunque nunca lo dijimos públicamente, que esta primera licitación tenía un carácter experimental para nosotros y aprendimos mucho”, afirmó el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.

Para hacer más atractiva la participación, las autoridades flexibilizaron algunas condiciones pero aún así la realidad es inferior a los deseos. Con un total de solo 5 de 19 bloques adjudicados, lejos quedan las expectativas del gobierno por incrementar el 50% los niveles actuales de inversión y exploración.

¿Por qué pocos han querido invertir en México? ¿Será porque los hidrocarburos resultan un sector poco atractivo en esta coyuntura o también por la erosionada imagen del país, sumido en creciente inseguridad, escándalos de corrupción y casos de trascendencia internacional como Ayotzinapa? No hay respuesta única.

Ajustes

El Estado mexicano depende del petróleo porque el 34% de su presupuesto proviene de la explotación de ese recurso natural. El gasto público de este año se calculó con base en un precio de $ 79 por barril, pero apenas en el primer mes del ejercicio el precio internacional se desplomó hasta los $ 40, la mitad de lo previsto.

Reaccionó el Gobierno mexicano con una medida tradicional: ajuste. El 30 de enero pasado se anunció un recorte al presupuesto de 2015 por un monto de 124.000 millones de pesos que equivale a 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB) y una segunda etapa se espera en 2016, con lo cual el achique total del gasto será de 1,5% del PIB.

Decisiones que han sido elogiadas por el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría. El funcionario de origen mexicano y extitular de Hacienda entre 1998 y 2000 evaluó que la caída en los precios internacionales del petróleo “tomó a todo mundo por sorpresa por la velocidad y la fuerza con que sucedieron, pero uno de los países que ha reaccionado con mayor oportunidad aún sin ser tan dependiente (del petróleo) ha sido México”.

Roberto González Amador, experto que trabaja para el periódico La Jornada, alertó que el recorte “es una cantidad modesta respecto del tamaño del gasto pero tuvo efectos inmediatos como cancelación de grandes obras, decrecimiento de programas sociales y de las inversiones de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad CFE)”. Esto último, opinó, se implementó sin considerar los efectos devastadores para estas empresas importantes en generación de empleos y desarrollo regional en los estados petroleros, como Tabasco y Campeche, donde las tasas de crecimiento eran negativas.

Cuando el precio sigue bajo, ronda los $ 40, según las exportaciones de mezcla mexicana en agosto, circulan rumores sobre posibles recortes en sectores sensibles, como salud pública. González Amador advirtió que hay un riesgo real, “sobre todo de que no se amplíen los servicios de los sistemas de salud que ya operan con retraso porque en la actual seguridad social mexicana una persona debe esperar meses antes de ser operada. Probablemente no haya despido de médicos, ni cierre de clínicas, pero no va a mejorar una atención que de por sí es deficiente”.

Déficit

Para seguir a flote en este contexto adverso, México mantiene la postura de pedir prestado. En los 3 años que lleva el gobierno, la deuda externa se incrementó el 25% y ya ronda el 40% de su PIB, opción que, según el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, pone al país “lejos del primer mundo”.

Consultados meses atrás por el Observatorio Económico que publica la revista Forbes, académicos y economistas del país mostraron su preocupación y desacuerdo sobre la propuesta de endeudamiento con la que el gobierno federal pretende detonar el crecimiento. El 58% de los expertos está en contra, el 37% incierto y solo uno avaló la decisión.

La deuda sube por todos los flancos, también en el sector público. El último informe oficial de la Secretaría de Hacienda indica que entre enero y agosto de este año el saldo negativo del sector ascendió el 30%, porcentaje 15 veces superior al crecimiento de la economía del país. “México nunca registró un débito tan elevado como el de ahora”, dijo Carlos Fernández Vega, autor de la columna especializada México S.A. Así, se estima que la deuda pública por cada trabajador mexicano es de más de 160.000 pesos ($ 10.000) y al nacer cada niño debe más de 70.000 pesos ($ 4.300). Una tendencia que se ha profundizado en las últimas décadas.

En estos días, que se debate el presupuesto de egresos de 2016, los senadores del conservador Partido Acción Nacional denunciaron que el país está “al borde de una crisis de deuda pública”. Según sus datos, en 2006 por cada peso de ingresos el gobierno federal se endeudaba con 0,88 pesos, pero este año aumentó a 2,85 pesos, lo cual hace insostenible el pago de la deuda. Denunciaron que “el gobierno no tiene control de la deuda, al inicio de la actual administración estimó que en 2016 la deuda pública representaría el 36% del PIB y hoy reconoce que se llegará a 48%”.

Si continúa la disminución de los precios del petróleo y las políticas estatales, negro panorama vislumbra 2016 a una nación con un creciente índice de desigualdad; el 60% de la fuerza de trabajo en el sector informal; más del 45% de los habitantes en la pobreza y 8 de cada 10 con carencias, según datos oficiales.

Mientras que, la Secretaría de Hacienda prevé alcanzar entre el 2,6% y el 3,6% de crecimiento, el Departamento del Tesoro de EE.UU. estima que será de 2,8%. Ambos vaticinios pueden cumplirse, admitió González Amador, pero son lejanos al 4% prometido por Peña Nieto en su campaña electoral y poco alentadores: “En los últimos 25 años la economía mexicana creció un promedio del 2,1% anual, una tasa insuficiente para revertir las necesidades y rezagos sociales”. (I)

Escaso intercambio económico

Hay expectativas de inversiones con Cuba

La visita de Raúl Castro a México, el pasado viernes, abrió expectativas al mundo del dinero mexicano que espera que el mandatario cubano concrete sus reformas económicas antes de dejar el poder en 2018, consideraron especialistas.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, y Raúl Castro se reunieron en la ciudad mexicana de Mérida, en la que desembarcaron los Castro en la década de 1950 para impulsar la revolución.

En un encuentro que se prolongó más de lo previsto, los presidentes renovaron lazos de unión entre los 2 países, que se habían visto lastimados durante los gobiernos del derechista Partido Acción Nacional (PAN), que en 2000 sacó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de la presidencia que había ejercido por más de 70 años, y gobernó hasta 2012, cuando regresó al poder con Peña Nieto. Ambos gobiernos firmaron 5 acuerdos sobre desarrollo turístico, intercambio educativo y diplomático, migración y agricultura.

“En el tema económico hay una expectativa muy amplia enfocada al desarrollo de la economía cubana”, dijo Arlene Ramírez Uresti, académica del Instituto Tecnológico de Monterrey.

Ambos países mantienen un intercambio económico de apenas $ 350 millones y casi nulas inversiones. Desde su llegada al poder en 2006, Raúl Castro impulsó medidas para abrir la economía: autorizó la telefonía celular, amplió el sector privado, impulsó la compra venta de casas y autos entre particulares, entre otras. (I)

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