La Organización Mundial de Comercio (OMC) concretó esta semana una herramienta para favorecer el comercio tecnológico mundial. Más de 50 países miembros se unieron a un pacto para la desgravación arancelaria de 201 productos como parte de la actualización del Acuerdo sobre Tecnología de la Información (ITA), suscrito con los países miembros en 1996.

El acuerdo facilitaría el intercambio de bienes de alta tecnología, como equipos de sonido, impresoras, consolas de videojuegos, dispositivos médicos para resonancia magnética, ecógrafos, satélites para telecomunicaciones, microprocesadores, entre otros.

Esta política, según datos de la OMC, podría generar una inyección de $ 190.000 millones en el PIB mundial, pues  disminuirá los costos de los consumidores y las empresas, y los beneficios comerciales se extenderán a todos los países miembros, aunque no hayan suscrito el acuerdo, informó el organismo en su página web.

En un comunicado, el Ministerio de Comercio Exterior ecuatoriano señaló que, al no ser suscriptor del documento o tratado, no tiene obligación alguna de “reducir o suprimir sus derechos de aduana en los productos abarcados por el acuerdo”.  

El pacto tampoco afectará las medidas de salvaguardia por balanza de pagos, “que es un régimen de excepción contemplado en la normativa multilateral.

Según el comunicado, Ecuador sí se beneficiaría de las desgravaciones que acuerden los demás países para el ingreso de los productos ecuatorianos con componentes tecnológicos.

Gabriela Uquillas, experta en temas aduaneros de la Cámara de Comercio de Guayaquil (CCG), expresó que el “espíritu” de la OMC, que es la desgravación progresiva de aranceles, muestra un intento por hacer más asequible esa rama de bienes a las personas ya que son insumos útiles para el estudio y el trabajo. “La desgravación es siempre positiva para el comercio exterior, pues disminuye fronteras comerciales”, indicó.

Hartmut Boch, empresario y experto en temas de tecnología, opinó que la OMC tomó una medida “inteligente” y oportuna en el momento que el mundo inicia una “revolución” tecnológica.

De haberse integrado Ecuador, a criterio de Boch, esta política hubiera permitido, entre otras cosas, que las empresas proveedoras de internet amplíen el servicio ya que podrían adquirir insumos, como routers y fibra óptica, a mejores precios. Si bien, para el empresario es difícil medir el impacto que tienen las tecnologías del conocimiento en la economía de un país, su beneficio se refleja en la eficiencia con que las personas pueden desarrollar sus actividades diarias.

¿Por qué no convendría a Ecuador?

Según la OMC, los aranceles sobre los productos incorporados por este acuerdo son relativamente altos en algunos mercados. Por ejemplo, en Estados Unidos determinadas partes de aparatos telefónicos tienen un arancel del 8,5%, mientras que en China se aplica el 35% en las cámaras de video.

En el país, de acuerdo con datos del Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (Senae), los equipos de sonido tienen un arancel del 30%, los teléfonos celulares 15% y las impresoras 10%. Otros bienes que incluye el organismo rector del comercio mundial, como satélites, no pagan arancel.

Uquillas manifestó que aunque el libre comercio es en general beneficioso, sí tiene un costo que es la potencial afectación a la producción local que no esté en capacidad de competir con bienes foráneos. “Es allí en donde entra el rol del Estado para determinar acciones”, apuntó.

José Luis Espinoza, gerente de Tarpuc, fabricante de tarjetas electrónicas para el ensamblaje local de televisores, radios y cocinas de inducción, indicó que una desgravación arancelaria podría ser contraproducente en el caso de equipos terminados, teniendo en cuenta que actualmente se promueve el ensamblaje con mayor componente local.

El ejecutivo aclaró que la dificultad de Ecuador se traduce en un tema de economía de escala, pues aunque todavía no hay un desarrollo en procesos productivos, tecnología y mano de obra, “no es lo mismo fabricar 100.000 que un millón”. “Allí es donde reside el problema de la apertura de mercado para los productos terminados”, señaló el titular de Tarpuc.

Si bien habrá productos puntuales que beneficiarán al consumidor local, es algo que podría regular el Estado, manifestó Espinoza.

Tarpuc tiene previsto producir al menos 1’200.000 tarjetas para cargadores de teléfonos celulares este año y 50.000 para el mismo número de cocinas de inducción.

De su lado, Hartmut Boch analizó que la afectación sería poco probable porque es mínimo lo que se ensambla en Ecuador. “No tenemos la tecnología informática y de servidores, por ejemplo, que es algo sofisticado. Incluso, si se hiciera un convenio con una empresa para producirla localmente (tecnología) sería difícil competir con los países asiáticos que tienen mucha mano de obra y capacidad de producción”, señaló.

Según el empresario, el costo de fabricar un disco duro en Ecuador sería hasta 10 veces mayor que en China o Taiwán.

Jaime Mantilla, gerente general de Sony Ecuador, dijo que, como marca, siempre estarán a favor de un mayor acceso a la tecnología por parte de la ciudadanía.

Los productos Sony se importan desde China y México, aunque actualmente en la línea de televisores se ensambla un promedio de 100.000 unidades en Ecuador.

En términos generales, la postura ecuatoriana se ciñe al proyecto de cambio de matriz productiva para impulsar procesos de elaboración de bienes tecnológicos, como el desarrollo de software. (I)