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La equidad de género fortalece el crecimiento económico global

La equidad de género fortalece el crecimiento económico global
Foto: Internet
06 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Desde Cero

En el mejor de los escenarios, cerrar la brecha de género significaría un incremento del producto interno bruto (PIB) global anual de hasta $ 28 billones para 2025. Es decir, el equivalente de las economías de Estados Unidos y China combinadas en la actualidad.

Incluso, si todos los países alcanzarían al país mejor ubicado de su región en igualdad de género, el crecimiento sería de $ 12 billones o el 11% del PIB global anual de ese mismo año, duplicando la contribución de las mujeres en el contexto actual.

Así lo señaló hace 3 años el Instituto Global McKinsey en su informe ‘El poder de la paridad’ que señala que los sectores público, privado y social deben actuar complementariamente para cerrar las brechas de género en todos los espacios y, sobre todo, en el mercado laboral.

Las mujeres representan la mitad de la población económicamente activa a escala global, por lo que esta no es solo una problemática social, sino también un desafío económico para todos los países.

El informe del instituto McKinsey mapeó 15 indicadores de equidad de género en 95 países, y encontró que casi la mitad de ellos tienen niveles altos o extremadamente altos en desigualdad de género. Es decir, ninguna región logró obtener una puntuación alta en paridad (sobre 1,0).

La región con menos puntaje fue el Sur de Asia, excluyendo a la India con 0,44, y las mejor valoradas fueron Norteamérica y Oceanía con 0,74. En ese índice América Latina registró 0,64.

Ante este panorama se detectaron 10 aspectos que afectan a escala mundial y regional a las mujeres: un potencial económico bloqueado, el tiempo dedicado al trabajo de cuidado no remunerado, menos derechos legales, poca representación política y violencia en su contra.

Mientras que a escala regional los retos van desde una baja participación laboral en empleos de calidad, niveles bajos de salud materna y reproductiva, nivel educativo desigual, exclusión financiera y digital, y la vulneración de los derechos de las niñas.

En esta edición, DESDE CERO, le presentará los seis tipos de intervención necesarios para reducir la brecha entre mujeres y hombres, además de un informe sobre el perfil y la situación actual de las mujeres emprendedoras en el Ecuador. (I)

ALGO MÁS

01
Incentivos financieros y apoyo   
Parte de la discriminación que sufren las mujeres está en la reducción al acceso a bienes económicos como la tierra y los créditos financieros. Esta realidad limita la participación en el diseño de políticas sociales y económicas. Según un informe del Programa Regional ComVoMujer-GIZ en 2013, el 95% de las compañías ecuatorianas son microempresas y hasta ese año más del 50% de los créditos aprobados eran para firmas de mujeres.

No obstante, a pesar de su cumplimiento en los pagos, siguen teniendo dificultades para acceder al sistema financiero, “debido al acceso a la propiedad o bienes y a prejuicios socio-culturales que persisten contra ellas como sujetas de crédito”. Aún existe resistencia al otorgar préstamos de grandes montos a mujeres, sobre todo cuando estos sobrepasan los $ 500 mil o más.

De acuerdo con el Centro de Competitividad apenas una o dos de cada 10 mujeres obtienen ese crédito en el sector financiero. Uno de los problemas es la dependencia de una pareja (esposo o en unión de hecho) para aplicar a un crédito y luego que este sea garante solidario.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el crédito se ha convertido en una herramienta que perpetúa la marginalidad de sus actividades y profundiza su dependencia. El indicador de emprendimiento (Global Entrepreneurship Monitor- GEM) de Ecuador en 2016 señala que el 45% de los emprendedores utilizaron el sistema bancario para su inversión. Hace énfasis en que “es ligeramente más utilizado por los hombres emprendedores (46%, frente al 44% de las mujeres)”. (I)

02
Creación de oportunidades económicas
El empoderamiento económico de las mujeres contribuye a cerrar la brecha de la desigualdad de género y la erradicación de la pobreza. Incorporar a las mujeres en la fuerza de trabajo produce un crecimiento económico más rápido. Por lo tanto, reducir las brechas entre mujeres y hombres en el mercado laboral debe ser una de las prioridades.

Datos de la Organización Internacional del Trabajo señalan que en América Latina y el Caribe la participación laboral de las mujeres en capacidad para desempeñar un trabajo remunerado hasta 2014 era de apenas 56.4%, frente al casi 85% para el caso de los hombres.

Asimismo, un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre el promedio regional de 18 países señaló que el 41,7% de las mujeres no registraba ingresos propios en 2002, lo que se redujo a 28,9% para 2014, pero siguió siendo alto frente al de hombres (12.5%). Las que menos registran ingresos propios son las mujeres entre los 15 y 24 años, seguidas de las que tienen entre 25 y 34 años.

Según el grupo Adecco-Ecuador, compañía de recursos humanos, desde hace 10 años en el mercado laboral ecuatoriano existe una corriente de transformación en beneficio de la equidad de género. Sin embargo, las mujeres trabajadoras familiares no remuneradas para 2014 alcanzaban el 14,7%, siendo las mujeres rurales las más afectadas con 27,5%. Además de que emplean más tiempo en tareas del hogar.

Según la Cepal, en la región las mujeres invierten 37,9 horas semanales al trabajo no remunerado frente a las 12,7 horas semanales que emplean los hombres. Por lo tanto, las mujeres cabeza de hogar en muchos casos optan por abandonar un alto cargo con un sueldo alto para procurar un equilibrio entre la vida familiar y profesional. (I)

03
Construcción de capacidades
En Ecuador hombres y mujeres emprenden por igual, explica el indicador de emprendimiento (GEM) 2016. Sin embargo se observan diferencias en la motivación.

La proporción de hombres que emprenden por oportunidad (54.57%) es superior a la de mujeres (45.43%); mientras que más mujeres emprenden por necesidad (52.44%), frente a los hombres (47.56%). Los retos antes señalados inciden en la percepción de oportunidades, temor al fracaso e intención de emprender.

Según el GEM 2016 no existe una correlación entre hombres y mujeres en cuanto a oportunidades percibidas; sin embargo, las capacidades percibidas aumentan cuando el emprendedor es de sexo masculino; igualmente el temor al fracaso disminuye en el caso de los hombres.

Cabe resaltar que -según el GEM 2016- el 77% de los emprendimientos femeninos son unipersonales y el 40% no espera generar empleo en los próximos cinco años. No obstante, el estudio también señala que en los emprendedores de la generación del milenio (nacidos entre 1980 y 2000) se observa una mayor proporción de mujeres que desean emprender para mejorar sus ingresos, “y tanto hombres como mujeres en igual proporción manifiestan hacerlo en búsqueda de independencia”.

De acuerdo a ONU-Mujeres Ecuador, el 38,1% de los emprendimientos son de mujeres y el 77% se concentran en el sector de los servicios, como alojamiento y comida, enseñanza, salud y asistencia, etc. Para Viviana Rodríguez, gerente profesional de Adecco Ecuador, aunque las oportunidades siguen siendo desiguales, cada vez es más frecuente que las mujeres ocupen cargos asociados tradicionalmente como propios del género masculino. (I)

04
Tecnología e infraestructura
En la mayoría de países de la región desde finales de los años 90 hasta la actualidad las mujeres alcanzaron o superaron a los hombres en logros educativos  e incrementaron su participación laboral y en puestos políticos.

Según el informe ‘El progreso de las mujeres en América Latina y el Caribe 2017’ de ONU Mujeres esto se debe a que durante la primera década del siglo XXI, muchos gobiernos, gracias al crecimiento económico y el auge de las materias primas, aumentaron su gasto público en salud, educación, vivienda y protección social, así como en políticas orientadas a conciliar la vida laboral con la familiar.

La tecnología también puede ser un aliado en la lucha contra la violencia hacia la mujer, por ejemplo hay apps para denunciar acoso sexual en el transporte público. (I)

05
Construir nuevas estructuras sociales
El estudio IPSOS – BID 2016 resalta que el 89% de empresas tiene a hombres en cargos de Presidente de Directorio y el 90% en cargos de Gerencia General frente al 11% y 10% de mujeres en esos cargos respectivamente. Estos datos coinciden con estadísticas desarrolladas por Adecco que muestran que, en los últimos 6 meses en el país, solo el 36% de los procesos de selección a nivel gerencial fueron ocupados por una mujer.

En muchas ocasiones, a la hora de solicitar trabajo una mujer debe luchar con estigmas como ausencias por maternidad, permisos para situaciones relacionadas con los hijos, embarazos, etc. Siete empresas de Ecuador han suscrito principios de empoderamiento de las mujeres: Fybeca, Banco Pichincha, Holcim, Schneider Electric, Inor Flowers y Paz Horowitz Abogados S.A. (I)

06
Leyes, políticas y regulaciones
La creación de normativas y políticas hacia el empoderamiento económico y la incorporación del enfoque de género es indispensable para alcanzar la igualdad de acceso y participación entre mujeres y hombres a recursos productivos, a la erradicación de la pobreza y el analfabetismo y al fomento de capacidades y oportunidades.

De acuerdo con el estudio ‘Mapeo de las políticas para la inserción laboral de las mujeres en Ecuador’, de Álison Vázconez, profesora asociada a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), algunas de las normativas como el Código del Trabajo y la Ley de Seguridad Social no incluyen de forma específica la promoción del trabajo remunerado ni la participación de las mujeres en estos espacios, el acceso a recursos productivos por parte de las mujeres y tampoco el acceso a oportunidades de ingresos.

Christine Lagarde, directora gerente del FMI, señaló en 2016 que la política fiscal constituye un buen punto de partida, “porque sabemos que su diseño puede ayudar a alcanzar los objetivos de igualdad de género”. (I)

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