Una pequeña luz avanzaba en medio de la oscuridad hacia el punto de partida, para sumarse a 999 más que esperaban para arrancar. Esas luces eran linternas sobre las cabezas de los corredores, que se alistaban para participar en el cross country nocturno en el parque Metropolitano de Quito.

El frío de la noche, a las 19:00, en la capital no fue impedimento para los atletas, ya sean élite o aficionados. Los 1.000 participantes se ubicaron en la salida, listos para correr los 8 kilómetros de la prueba. Antes, se les había pedido que  apagaran las linternas en sus cabezas y realizar el conteo.

“5, 4, 3, 2, 1...”.  Todos encienden su dispositivo y se recrea una imagen de una ciudad a lo lejos, pero en movimiento.  El trayecto no era nada fácil. Lo irregular del terreno y lo húmedo por las lluvias de los días pasados, hacía que cada paso sea bien pensado.

A pesar de eso, las caídas no faltaron, pero  por eso dejaron de correr y terminaron la competencia con algunos raspones.

Esta competencia no solo tenía como motivo una forma diferente de correr, sino que también tendrá una ayuda social: se donarán linternas especiales con un valor de $ 17.500 para comunidades rurales  de la Amazonía, que carecen de  luz eléctrica.

La estela luminosa se alargó y se alejó entre los árboles del lugar. La luna se dejó ver entera entre la vegetación y se ocultaba, por momentos, detrás de la neblina.

Los asistentes, en su mayoría familiares de los corredores, esperaban pacientes la llegada de los participantes. El primero en aparecer fue Édison Conlago en 29’38’’ y  pocos segundos después, a los 30’04’’, llegó Stalin  Barros Reinoso.

Los competidores se refirieron a lo duro del trayecto por la combinación de superficies, entre caminos de tierra, césped y empedrados y la dificultad de ser ellos los portadores de la única fuente de luz y ver el camino.

Las categorías que sea abrieron, tanto en hombres y mujeres, fueron 12-18 años, 19-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69 y 70-79. Los tiempos de carrera fueron lo de menos para muchos, pues en esas condiciones lo único que deseaban era llegar a la meta.

Por ejemplo, Luis Torres, de 72 años, cronometró un tiempo de 1h29’06’’. “Fue una experiencia única poder correr en medio de la naturaleza y con poca luz. Uno debe afinar los sentidos para estar prevenido en el camino”, dijo.
Es la primera vez que se realiza una carrera de este tipo en Ecuador y se espera  tener más corredores nocturnos.