Mientras menos se ven,  más se extrañan. Se encuentran en un momento similar. Los dos arrastran inconvenientes futbolísticos y necesitan vencer.  "Cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar", fue la exigencia que le hicieron sus hinchadas tanto a River Plate como a Boca Juniors durante la semana. 

Para  los  “millonarios”,  como  se conoce a River, la  exigencia,   luego de protagonizar un resonante descenso y jugar el año pasado   en la  segunda división, es consolidarse nuevamente en la máxima categoría del balompié argentino.

En  el   torneo local,  el cuadro que dirige Matías Almeida se  ubica noveno, con una irregularidad reflejada en los números: acumula  cuatro triunfos y la misma cantidad de derrotas (15 puntos en la tabla).

River es  capaz de alternar goleadas como las que protagonizó ante Arsenal (4-0) y Godoy Cruz (5-0)  con derrotas como la que sufrió el pasado fin de semana ante el modesto Quilmes (1-0).

De su lado Boca atraviesa un momento de declive, con cuatro partidos sin triunfos y con 18 puntos, está a cinco unidades del líder Newells Old Boys.

Hasta hace algunas fechas parecía ser uno de los candidatos al título. Sin embargo, el rendimiento colectivo del equipo empeoró con desempeños cada vez más discretos y,  en la jornada pasada, a pesar de algunos cambios dispuestos por el entrenador Julio César Falcioni, Boca debió conformarse con un empate 0-0 como local ante  Estudiantes.

Ese resultado aumentó  el malestar de los hinchas con Falcioni, al que muchos apuntan  como el  responsable de la salida del equipo del  volante Juan Román Riquelme, en junio pasado. Varios rumores señalan un distanciamiento marcado entre el director técnico y parte del plantel “xeneize”.

Sorpresivamente, el estratega  decidió no hablar ante la prensa luego del partido con Estudiantes y su futuro no está del todo claro, sobre todo si se tiene en cuenta que su contrato se termina a fin de año. Pero hay una postura firme de parte de los dirigentes para renovarlo.

Se espera que el estadio Monumental esté lleno. Se  estima que unos  64.000 espectadores acudan a ver el superclásico argentino, el cuarto más popular del mundo según la FIFA (ver recuadro).

1. La historia los hizo populares    
La rivalidad nació en el  barrio porteño de La Boca, junto al río de La Plata (Sudeste de Buenos Aires). El primer partido oficial entre River Plate y Boca Juniors se disputó el 2 de agosto de 1908.  Luego de 16 meses  de  ausencia, los argentinos vuelven  a disfrutar de las emociones que genera y despierta  este encuentro. El año pasado se dejó de disputar tras el descenso de los “millonarios” a la Primera B Nacional.

2. La pasión de las hinchadas 
Los argentinos son amantes del fútbol y pasionales por naturaleza. Esa pasión puede alcanzar, en ocasiones,  límites irracionales.  “Los del tablón”  y “La 12” son las dos barras organizadas de River Plate y Boca Juniors, en ese orden. La competencia por demostrar qué grupo canta y alienta  más desde  las gradas,  es uno de los espectáculos que matiza la antesala de este compromiso.

3. Su trascendencia es mundial
Una encuesta realizada hace tres años por el diario británico The Observer estableció que el superclásico argentino es uno de los espectáculos mundiales que hay que ver antes de morir. El rotativo The Sun, también de Inglaterra, fue más audaz. Hace dos años en una de sus publicaciones afirmó que  es una de las “experiencias más intensas del mundo”.

4. Es un atractivo turístico 
Las agencias de viaje a escala mundial agregan a sus ofertas  entradas para este partido y recorridos por los estadios Monumental de Núñez y Bombonera.Según el portal www.26noticias.com.ar, es uno de los partidos más caros del mundo. Para esta ocasión, los precios de las entradas van desde los $ 14 hasta los $ 150. No hay boletos desde hace dos semanas.

5. Reafirma  a los superídolos
Un jugador puede tener una gran temporada, pero tiene que reafirmar ese buen momento en un superclásico. Así  lo hicieron el colombiano Radamel Falcao (Atletico de Madrid), el argentino Fernando Belluschi (Bursaspor de Turquía), en River Plate y Rolando Schiavi y Martín Palermo, en Boca Juniors. Este partido es además, en ocasiones, un  trampolín al fútbol internacional.

6. Las “cargadas” un día después
Hay quienes quieren que gane su equipo únicamente para “cargar” (molestar) a los hinchas rivales al siguiente día. Las “gallinas”, como llaman los seguidores de Boca a los de River, y los “bosteros”, como le dicen los de River a los de Boca, son muy creativos para aquello. Existe incluso una tradicional “guerra”  de afiches en los que se atacan y critican  entre sí.