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El Telégrafo
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El caso del “invitado #9”

El caso del “invitado #9”
08 de septiembre de 2011 - 00:00

Mientras se instalaba en su nuevo departamento ubicaba algunas de las cajas que había traído, unas desde Honduras y otras procedentes de Colombia. El técnico Reinaldo Rueda podía contar ya la cantidad de personas que habían cruzado su mismo camino en su nuevo lugar de trabajo y habían aprovechado para hablarle de Jaime Iván Kaviedes.

Todo tipo de historias, versiones y ángulos diversos de la historia del delantero ecuatoriano. Habían múltiples traducciones de su conducta y proceder, lo que no reunía polémica eran los conceptos que hablaban de su calidad futbolística. 

El proceso se inició para el DT colombiano y el cariño a su labor no tuvo una partida muy cautivante; los redundantes empates, sumados a un fatal rendimiento de la selección de fútbol en la Copa América generaron  rechazo y desprecio hacia el técnico. Los niveles de poca aceptación eran compactos, no había forma de tratar de calmar el divorcio total entre afición y entrenador.

No cabía espacio en las perchas del razonamiento de los hinchas para el análisis más profundo sobre la labor de Rueda; es sencillo, en el código del hincha (muchos con micrófono), o ganas, de manera contundente y convincente, o no sirves.

Rueda siguió escuchando historias de Kaviedes, muchas de ellas buscando el ascenso a la categoría de leyenda;existían ya hasta ciertos mitos, bien diseñados sobre la vida del futbolista.

Golpeados consistentemente por los resultados en Copa América, conocedores de errores en la selección de jugadores, llenos de contusiones y hematomas en sus conciencias, se elabora el programa de recuperación de ánimo, moral y confianza, tanto en jugadores y cuerpo técnico, mas no en hinchas; al aficionado no se lo calma fácilmente, su dolor es repulsivo, inmune a cualquier analgésico de triunfo deportivo.

Ahora Rueda recibía comentarios de parte de jugadores, ellos se sumaban a los relatos que ya había almacenado en su memoria, eran los futbolistas quienes hablaban de Kaviedes y confirmaban muchas de las memorias.

En búsqueda de la fórmula ideal, se construye un escenario para ganar confianza, un marco que era además perfecto para conocer más de cerca a este Kaviedes del cual todos  hablaban al técnico Rueda.

Se activa la figura del “invitado”, el DT decide conocer de cerca a Kaviedes, verlo en entrenamientos, conversar con él, sentarse a almorzar con el futbolista, charlar en la noche de concentración con el “invitado”, tener, de primera mano, la conclusión final sobre el #9, además de que coincidió con el regreso al fútbol (bastante aceptable) del protagonista de todas las historias que venía escuchando con alta frecuencia.

La llegada de Kaviedes como “invitado” a la selección, con ciertas licencias o no,  activó de manera inmediata el sensor fiscalizador que germinó hace algún tiempo en muchos comunicadores, que hasta amenazaron, no sé con qué consecuencias, de que no debía jugar, ya que era solo un “invitado”. 

La verdad sí ameritaba saber, ¿cuál sería el radio de acción de Kaviedes como “invitado”?, ¿podía escuchar las charlas técnicas?, ¿tenía derecho a viáticos?, ¿estaba autorizado a usar la cancha con el resto del equipo?, ¿entrenaría con la selección de manera normal, como uno más?

Solo preguntas para conocer un poco más de cerca cómo funcionaba el código del “invitado” con el seleccionador nacional, por curiosidad periodística, mas no como señuelo de futuros martillazos.
¿Y qué pasaba si Kaviedes la rompía en los entrenamientos?

Acaso por se “invitado”, ¿no podría jugar en los partidos que se venían?, eran aspectos que despertaban interés  y la gente deseaba conocer.

Pasaron los días, florecieron declaraciones que más que explicar confundían la condición del “invitado #9”, había francotiradores por todos lados, auditores de conductas y declaraciones que estaban al acecho, cual buitres de garras afiladas, esperando que alguien resbale, para someterlos a bombardeos constantes.

Kaviedes terminó jugando, más fueron los que aplaudieron que los que sufrieron; igual el tema sirvió como materia casi de análisis y tesis doctorales.

La situación aquí es clara, muy clara, si el DT lo quiere usar, que lo use y punto, que el resto no exponga el respeto de normas inexistentes y ridículas que esperan se aplique al que llega en condición de “invitado”.

Todo pesa más por el momento de análisis emocional, antes que el racional.
Si el “Bolillo” en su momento de mayor aceptación popular, hubiese hecho lo mismo, los aplausos y reconocimientos a su obra habrían sido interminables.   

Como a Rueda no se lo acepta  de la misma manera, se le criticó lo de Iván Kaviedes.
Caso sobre el “invitado #9” cerrado... ¿o no?

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