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El Telégrafo
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Dany creció entre motos

Dany creció entre motos
02 de octubre de 2013 - 00:00

Para llegar a la pista de motocross Abel Gilbert de la ciudad de Guayaquil hay que realizar un viaje de 28 kilómetros por la carretera que conduce a la Península de Santa Elena.  

Al arribar al lugar -bajo un sol canicular- el polvo invade la pista y el entorno. El sonido de los motores se mezcla con el de las herramientas de los mecánicos y las voces de más de 50 personas que apresuradas preparan decenas de motos que compiten en el torneo latinoamericano de esta disciplina.   

Es domingo. Entre  los mecánicos, espectadores, personal de la organización y deportistas se encuentra la campeona nacional de motocross, Daniela Alemán Bravo, que con 1,75 metros de estatura y una amplia sonrisa destaca entre quienes están a un costado de la pista.

Daniela está pendiente de todos los detalles mecánicos de su moto. Tiene menos de una hora para ingresar al circuito de tierra y realizar su primera práctica antes del inicio del evento continental.  

DATOS

Su padre Fernando Alemán, quien también es corredor, le obsequió su primera moto y la llevó a practicar en las afueras de la ciudad de Cuenca. Él es su entrenador  y la ayuda cuando  viaja a Guayaquil.   

Su madre, Isabel Bravo, y el novio de Dany, Pedro Álvarez, la ayudan  con todo lo necesario  durante las prácticas y también cuando tiene competencias nacionales.  

En el año 2011, durante el Campeonato Latinoamericano que se realizó en Guayaquil, perdió el título al accidentarse a 10 metros de la meta.  

El Campeonato Nacional del 2005 es el que más recuerda con felicidad, porque el grupo de competidoras era muy unido a diferencia de los actuales torneos.

Su primer título lo consiguió en el torneo nacional del año 2005, en esa ocasión se quedó con el campeonato de la categoría Damas B. En las temporadas 2012 y 2013 fue la mejor en la categoría Damas A.

Su horario de entrenamiento   comienza a las 08:00; entre semana solo puede practicar dos días, por sus estudios universitarios en la ciudad de Cuenca; pero  sí lo hace  todos los fines de semana
La acompaña su padre, Fernando, quien para ella significa su mayor “motivación”. Es su entrenador y quien la inició en este deporte extremo que conjuga mucha audacia y adrenalina. “Mi gran motivación es mi padre, él es quien me trajo al deporte, él es mi instructor, es mi mecánico, me ayuda, es mi todo”, dice la corredora nacida en Cuenca.  

Dany, como es conocida entre sus parientes y amigos más cercanos, ha demostrado en cada competencia que el motrocross es su pasión. Lo es desde cuando era niña y paseaba en moto junto con su familia en las afueras de Cuenca.      

El motocross es un estilo de vida en la familia Alemán, así lo confirma Fernando, mientras recuerda que recién a los 33 años tuvo la oportunidad de comprar su moto, ya que no contó con el apoyo de sus padres.  

Con nostalgia y con algo de satisfacción rememora cómo acercó a su hija Daniela al deporte de las motos. Ella tenía 11 años. “Cuando compré mi primera moto también adquirí una pequeña para  Dany. La llevé a pasear por el campo en las afueras de Cuenca y a la tercera vez que empezó a manejar fuimos a las montañas, con el tiempo se convirtió en un paseo familiar”, recuerda Fernando.  

La práctica de este deporte demanda un gasto significativo; pero, según Fernando, para él resulta un sacrificio que lo hace con mucha alegría. No exagera cuando asegura que “trabaja solo para el deporte”, ya que cada año gasta un aproximado de 30.000 dólares en el mantenimiento de los motores.  

Daniela, campeona nacional en la categoría Damas A en las temporadas 2012 y 2013, estuvo hace dos años a punto de ganar el campeonato latinoamericano, pero un accidente a pocos metros de la meta le impidió  llegar en primer lugar. “Hace dos años aquí en Guayaquil, durante el Campeonato Latinoamericano, estuve primera en las dos mangas y a 10 metros de la llegada me caí y quedé en cuarto lugar”, rememora la deportista.

Para la número 1 de Ecuador la práctica del motocross no es  sencilla, ya que tiene que combinarla con sus estudios universitarios, por lo que entrena dos días entre semana, más sábados y domingos en Cuenca o Guayaquil. “Yo estoy ahora en la Universidad, tengo clases en las tardes; pero me levanto a las 08:00 para ir a entrenar. Este deporte no es como otros, por ejemplo el tenis, que uno lleva una raqueta, se sube al carro y se va. Acá debo ir al mecánico, retirar la moto, ir a la gasolinera, llegar a la pista, bajar la moto y equiparme. Todo ese proceso me toma  una hora y media”, afirmó Dany.

Cuando termine la universidad será educadora. Enseñar a otros, cuenta, es un oficio que también le apasiona. Desde que estaba en cuarto curso de colegio le encantaban los niños, razón por la cual decidió estudiar la carrera de Ciencias de la educación.

Pero combinar el deporte con el oficio de profesora no es una tarea tan fácil como parece. Ella ya lo experimentó cuando estuvo a cargo de un grupo de niños en un centro educativo de la capital azuaya. “Trabajaba en una guardería y mis alumnos sabían que yo corría en motrocross y a veces me iban a ver, y les decían a sus madres que querían también correr en moto. Las mamás se reían y me decían que me odiaban porque los hijos ahora quieren correr también”, relata Daniela entre risas mientras enciende su moto.

Además, la corredora cuencana asegura no recibir ningún tipo de apoyo de la universidad donde estudia, a pesar de ser una buena estudiante. Pero sí reconoce que algunos profesores están conscientes del tiempo que le demanda prepararse en el deporte. “Es feo decirlo, pero yo sí llamo la atención. En otros países las universidades dan hasta becas a los deportistas y a mí me han ofrecido que vaya a correr; pero me gusta estar en Ecuador, mi país”, recalcó la corredora.

Dany tiene dos equipos de trabajo, en su natal Cuenca: su madre Isabel Bravo y el novio de Dany, Pedro Álvarez, son quienes le ayudan en entrenamientos y competencias. En Guayaquil cuenta con el apoyo de su padre, que junto a su novia están pendientes de todo lo necesario para la práctica y las competencias.

Aunque Daniela se ha destacado en los últimos torneos nacionales, donde ha demostrado ser la mejor, su padre cree que debe mejorar en varios aspectos, especialmente con su carácter, que lo considera suave. “Quiero que mi hija tenga más fuerza y un poco de agresividad durante las competencias. Que sea menos dócil”, admitió el padre.

Finalmente, Dany se apresura para ir a  los vestidores, colocarse su equipo y subir a su moto que estaba a punto para la competencia.

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