La primera vez  que Danilo Álvarez escuchó la frase: “Ese señor es un ironman”, pensó en el súper héroe de la editorial Marvel Cómics, su imaginación en ese momento no le permitió intuir que se trataba de un deportista extremo.      

El tal ironman era Hernán Egüez, uno de los exponentes nacionales con mayor experiencia. Danilo se fijó que en una de sus piernas Egüez tenía tatuada la M de los “hombres de hierro”, característica de quienes incursionan en este tipo de pruebas deportivas extremas.  

Cuando supo las razones por las que Egüez tenía ese calificativo, Álvarez quiso ser como él, no cualquiera puede superar 3,86 kilómetros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y 42,2 kilómetros de carrera a pie. “Más que ganar una medalla, hay que vencerse a uno mismo”, asevera.

Su siguiente reto es el medio ironman de Yahuarcocha (Ibarra), a efectuarse en diciembre próximo.

Vida bohemia

Nelson Vásquez (52 años de edad), entrenador y amigo de Danilo, considera que muchas personas poseen las condiciones atléticas para competir, pero “lastimosamente” no tienen las ganas de hacerlo.

Esa fuerza de voluntad es lo que hace a Danilo y a otros triatlonistas seres humanos diferentes, capaces de sacrificarse y conquistar sus objetivos. Sin esa capacidad de decisión, Álvarez nunca habría dejado la vida bohemia que antecedió a su faceta deportiva.  

Las fiestas, el alcohol, el cigarrillo y los romances “fugaces” ocuparon la mayor parte de su tiempo por varios años. La discoteca Tijuana o el Bar Cerebro en Quito eran los sitios que más frecuentaba; sin embargo, hechos como chocar el carro que le obsequió su progenitora despertaron la reflexión en él.  

Un día de 2008, con el afán de propiciar un cambio, comenzó a realizar actividades físicas. Salir a trotar o montar en bicicleta se convirtieron en los primeros “síntomas” de su transformación. Ese año se inscribió en la competencia pedestre Ruta de las Iglesias. Avanzar los 10 kilómetros le dejó una mejor sensación que andar de “parranda”.  

Poco a poco su figura dejó de dibujarse en la discoteca Tijuana y en el bar Cerebro; aparecía  en los parques La Carolina o Metropolitano. Es más, se le ocurrió ir de ciudad en ciudad a bordo de la bicicleta. Así, en 2011 viajó hasta Loja y en 2012 a Pasto (Colombia). Los ejercicios no los dejaba ni cuando se desplazaba a la tierra de sus padres (Baños), hacia donde suele ir con frecuencia.  

No obstante, carecía del asesoramiento de un entrenador. Luego de barajar algunas alternativas le recomendaron a Nelson Vásquez, nada más y nada menos que el primer ecuatoriano en incursionar en bregas ironman.

Vásquez relata que aceptó instruir a Danilo porque encontró en él un deseo sincero de convertirse en triatlonista extremo. Además, contaba con el prototipo corporal idóneo para intervenir en esta clase de retos: alto, robusto y joven.

Las primeras justas a las que se presentó fueron los medio ironman “Guayasman”, que se celebran cada año en Guayaquil. Álvarez estuvo en esa prueba  en 2011 y 2012. En este tipo de eventos se cubre 1,9 kilómetros de natación, 90 de bicicleta y 21 de carrera pedestre. En la primera hizo 6 horas con 40 minutos; en la segunda bajó una hora al crono.

Tras más de un año de soportar hasta seis horas de entrenamiento diario, Danilo encontró el momento adecuado, era la hora de competir en un ironman; gestionó su participación en el de Louisville, Kentucky (Estados Unidos).

Dicho evento se cumplió el pasado 25 de agosto, Danilo atravesó la meta en el puesto 993 entre 3.000 participantes y aunque a los 20 kilómetros del maratón estuvo a punto de llorar y retirarse debido a la fatiga, recordó las palabras de Nelson Vásquez: “El cansancio físico existe, el espiritual jamás”.

A sus 34 años, al atravesar la meta después de 12 horas y 59 minutos de duro transitar, se sintió renacer. Lo más hermoso fue ver a su madre, Mariana de Jesús Ríos, y a su novia, Sheila Bustos, en la zona de espera. Cual bebé que da sus primeros pasos, abrió los brazos para abrazarlas como gesto de agradecimiento.  

Seres queridos

Álvarez, quien trabaja de auxiliar financiero en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), agradece a su familia por ayudarlo, sin ésta no habría podido costear los más de 4.000 dólares que le demandó movilizarse hacia Norteamérica. Si bien pagó el 50% de los gastos, no habría concretado su aspiración sin el aporte de su abuelita, Fanny Núñez, quien le regaló los pasajes, o el respaldo de su madre, quien reside en Estados Unidos y le ayudó con la estadía.

Vásquez opina que de ahora en adelante los límites se los pone Danilo. No importa si tiene una bicicleta menos sofisticada que los adversarios o no cuenta con los recursos necesarios, mientras el Todopoderoso y la automotivación lo auspicien, todo será alcanzable.

En ese sentido, Roberto Campaña, amigo y excompañero en el Colegio Militar Eloy Alfaro, cree que si Danilo aprovecha su buen humor, generosidad y perseverancia, se mantendrá como un hombre de hierro. “El defecto del que adolece es no darle el crédito suficiente a su capacidad, es demasiado modesto, cuando en realidad vale más de lo que cree”, precisa.

DATOS

El primer ironman del país es el imbabureño Nelson Vásquez, quien compite desde los 38 años de edad. Su primer triatlón extremo fue el de Zúrich (Suiza) en 1999. Entre otros logros ganó el “incaman” del lago Titicaca en el  2000.  

John Collins, infante de marina de los Estados Unidos, es el mentalizador de las pruebas ironman. La primera competencia se organizó en Hawái en 1978.

La competencia de Hawái, además de ser la más antigua, es la más importante del planeta. Se efectúa el primer sábado de octubre de cada año y  es el mundial del triatlón extremo.