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Sin un público formado no hay creación artística

Sin un público formado no hay creación artística
29 de marzo de 2011 - 00:00

Todos los cineclubes del mundo, si se regularizan, pueden unirse a la Federación Internacional de Cineclubes.

Julio Lamaña es el Secretario General de esta federación. Visitó Ecuador para compartir una experiencia de 80 años de cineclubismo en su natal Cataluña.

Por primera vez desde que en 1947  se formara la federación en el Festival de Cannes, un latinoamericano ocupa la vicepresidencia. Su nombre es Claudiño de Jesús y está interesado en que el cineclubismo organizado crezca en Latinoamérica. Le pidió a Julio que visite Colombia y Ecuador para coordinar dos  acciones a futuro:  la creación de una Federación Nacional y un encuentro de cineclubes de todo el país. Con este objetivo, Julio dirigió  en Quito, Guayaquil y Cuenca talleres de formación de públicos y cohesión social.

Como parte del taller, Julio asumió su rol de moderador ante un público guayaquileño. Hizo algo que en la ciudad no es muy frecuente: una crítica académica hacia fallas técnicas y argumentales.

El cineclubismo en Cataluña tiene 80 años. ¿Por qué empezó?

En general el movimiento cineclubista de todo el mundo se mueve en esos ámbitos de 80 años. En los años 20 con el resurgimiento y la  reaparicion de movimientos de vanguardia a nivel artístico aparecen muchos cineastas como Buñuel, los directores franceces surrealistas y  futuristas. Y esas mismas personas que trabajan en vanguardias artísticas empiezan a crear los primeros cineclubs que son asociaciones de personas que en su momento se dedican a pasar las películas prohibidas. En Cataluña a partir del año 29 empiezan a organizarse los cineclubs.

Julio cuenta que todos los continentes tienen un cineclub en la Federación Mundial. Para inscribirse en ella, a nivel de país debe existir una Federación Nacional.

¿Con qué objetivo realizaron los talleres de formación de público?

Queremos organizar el otro año un taller de cineclubes con la ayuda del Consejo Nacional de Cine, de la Cinemateca Nacional y de la Embajada española en Quito en el que podamos empezar a trabajar la posibilidad de tener una Federacion Nacional de Cineclubes de Ecuador.

¿En España, como manejan los cineclubes el pago de derechos?

Pagamos los derechos de exhibición pública. Los cineclubes están considerados como parte de la industria. Primero hay un estreno comercial, cuando acaba, los cineclubes entran  a programar, antes de pasar al formato home video.

¿La entrada es gratuita?

Hay una tasa de manutención, se llama así porque es una tasa que la persona paga no tanto para ver la película sino para mantener la asociación. Hay varios ingresos que pueden ser atípicos, por la venta de comida y merchandising. Mas la figura del socio está muy extendida  a nivel mundial. Pagan una cuota mensual que suele ser muy baja y tienen acceso gratuito a las funciones. Ese dinero permite pagar los derechos de exhibición, el alquiler de la sala, etc.

¿Qué hacen para conseguir  películas extranjeras?

En Europa se tiene acceso a prácticamente todas esas películas porque hay pequeñas distribuidoras que las comercializan. Porque eso también es un negocio, la piratería existe, pero está más controlada, lo que  facilita que pequeñas empresas se dediquen a importar películas, a comprar derechos de películas en el extranjero y a proponerlas para la proyección dentro de los circuitos no comerciales, que son los cineclubes. Es un nicho de negocio, no muy grande, pero sí interesante.

¿Los cineclubes de España tienen que ver con salas de cine arte?

No, porque las salas de cine arte son un proyecto empresarial aunque pasen cine de autor. Se puede compartir la programación, pero el cineclub no tiene un interés comercial. En España pasa mucho que el cine de autor se concentra en grandes capitales como Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, pero a partir de eso no se puede ver. Entonces, los cineclubes existen en pequeñas localidades.

El apoyo más significativo siempre viene de las alcaldías, para las cuales los cineclubes representan una oportunidad de tener cine.

¿Cómo hacen para que la gente se interese en ir?

Se trabaja sobre la idea de un público satisfecho. Hacemos una sesión integral, con información por escrito en la que haya una presentación de la película, un debate posterior, la presencia de una persona del equipo de producción de la película o alguna persona capacitada para moderar un debate.

¿Hay alguna estrategia efectiva para lograr que la gente opine después de ver una película?

El que presenta no debería ser el mismo que el que modera el debate. El que presenta tiene un discurso erudito en el sentido de que presenta al director y da algunas pistas de lectura para la película, crea un efecto de barrera con el público porque el público dice “y bueno, yo qué le tengo que explicar a este si ya lo sabe todo”. El que modera es otra persona, con la que el público se sienta más cómodo.

No tiene que intervenir mucho, da la palabra e intenta provocar al público   con elementos que pueden ser controvertidos o polémicos de la película para dar la chispa para el debate.

¿Cómo han hecho los cineclubes de tu ciudad para romper  ideas prejuiciosas sobre las  películas independientes?

Hay que moverse en la línea de lo elitista y lo popular. Los cine clubes están en la vanguardia de presentar por ejemplo una película de Béla  Tarr, que  es un director muy consagrado. Pero  hay que saber ir hacia lo popular sin vender el alma al diablo. Dentro de un espectro popular se puede programar películas de Woody Allen, Clint Eastwood, directores grandes que ofrecen un tipo de cine más fácil.  Es interesante buscar filmes en los que  la gente pueda tener su opinión. Recomiendo  que intenten con la comedia, con ciclos de Fathi Akim por ejemplo.

¿Los cineclubes aportan al desarrollo del cine local?

Lo que tienen que hacer los cineclubes es dar apoyo a los cineastas, invitar a esos directores jóvenes para que puedan debatir con su público. Es importante pensar que la creación depende de eso. Si no hay un público formado, no hay creación artística. ¿Quién va a interpretar el sentimiento artístico o creativo del director, si el público solo está acostumbrado a ver cine de Hollywood, con una ideología muy diferente a la ecuatoriana, o la española o de cualquier país?

¿Cómo ves al movimiento cineclubista de Ecuador?

Muy bien, todo se debe a una formalidad. Los cineclubes de Quito deben iniciar un proceso de formalidad, deben conocerse entre los grupos y trabajar en red porque resulta más económico.

En Cuenca van a iniciar un cineclub en la Escuela de Cine y con ellos estuve trabajando. En Guayaquil veo personas interesadas, en el ámbito universitario e individual, pero hace falta consolidar los procesos y obtener la representación legal.

¿Qué nos puedes contar de los cineclubes en Brasil?

Allá se está dando la situación más importante de cineclubismo de toda Latinoamérica. En el 2000 el movimiento estaba desarticulado y a partir del 2001 empezó un movimiento de rearticulación.

Actualmente son 200 cineclubes  inscritos al Consejo Nacional. Se hizo un encuentro en diciembre al que asistí donde había 400 personas de todo el país en Recife, cineclubistas, trabajando en mesas, preparando proyectos y demostrando que el cineclubismo está muy potente.

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