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Retablillo presentará "Sin cacao no es 'pecao' un matrimonio arreglado"

Los miembros del grupo teatral Retablillo durante una presentación de la obra “Sin cacao no es ‘pecao’ un matrimonio arreglado”. Sus vestuarios representan fielmente los usados en la época.
Los miembros del grupo teatral Retablillo durante una presentación de la obra “Sin cacao no es ‘pecao’ un matrimonio arreglado”. Sus vestuarios representan fielmente los usados en la época.
Foto: Cortesía
17 de junio de 2018 - 00:00 - Mario Valiente Velásquez

El grupo teatral costumbrista Retablillo se prepara para poner sobre las tablas la obra teatral “Por cacao no es ‘pecao’ un matrimonio arreglado”, la cual se ambienta a finales del siglo pasado, en pleno auge del boom cacaotero y en la que los espectadores podrán disfrutar de un espectáculo lleno de referencias y dramatización de los hábitos que definían a los pueblos montuvios de aquella época.   

La entrada a la obra, que será presentada el viernes 22 y sábado 23 de junio en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas, tendrá un costo de $ 3 por persona. Durante la jornada, que tiene previsto durar dos horas, también se presentará el grupo de danza Folcosta Ballet Regional, que realizará demostraciones de los diferentes bailes y danzas tradicionales de la Costa ecuatoriana. También habrá interpretación de música nacional.

Andrés Coello, director del grupo Retablillo, que el pasado 12 de junio cumplió 35 años de vida, explica que “se trata de una obra costumbrista donde se tocan algunos temas típicos de la época cacaotera, como el caso de los matrimonios arreglados, donde “familias disponían unir a sus hijos para consolidar sus fortunas o mejorar sus situaciones económicas, más por conveniencias de los adultos que de los jóvenes”.

Según reseña Coello, se trata de la historia de dos familias que quieren unir a sus hijos; sin embargo, durante la obra se dan una serie de malentendidos y confusiones, como que la chica piensa que el matrimonio será con su futuro suegro, un hombre mayor, y de ahí nacen situaciones que le dan la gracia y humor a la obra, que termina cuando todo se resuelve.

Coello resalta que esta no es la primera vez que ponen en escena esta pieza, que nace del talento de Carlos Chiriboga en 2008,  año en que fue representada originalmente. “La primera vez que se interpretó fue en el Parque Histórico de Guayaquil, en un concurso de obras con temática costumbrista”.

Coello destaca que “durante la obra no se deja de lado la importancia del tema cacaotero, de todo lo que produjo, de todo el aporte económico que dio al país”.

Coello dice que justamente fue el cacao lo que empezó a visibilizar a las zonas rurales del país, a los pueblos montuvios, encargados de trabajar la tierra, por lo que se convirtieron en parte fundamental de la actividad económica nacional.

Origen del grupo
Coello recuerda con claridad que “el 12 de junio de 1983, un grupo de jóvenes del Centro Cultural Demetrio Aguilera Malta, ubicado en la 38 y la E, en el suburbio de Guayaquil, estaba interesado en hacer cultura, teatro, arte, danza y cualquier expresión que identificara a nuestro pueblo y que al mismo tiempo sirviera para rescatar a la juventud que estaba alienada por los procesos culturales de la época.

“Nos planteamos, ¿qué hacemos nosotros como jóvenes para lograr ambos objetivos? Entonces decidimos ponernos a hacer teatro y creamos el grupo Retablillo, nombre que surgió de la primera obra que pusimos en escena, “Retablillo de Don Cristóbal”, una obra literaria de Federico García Lorca adaptada a las tablas por José Martínez Queirolo”.

Coello indica que de la plantilla original solo se mantienen él y la subdirectora de la agrupación, Balbina Payne Delgado.

“Es difícil mantener a un grupo unido cuando no hay apoyo suficiente, cuando no hay cómo pagar las cuentas. La mayoría de los que integramos el grupo nos dedicamos a otras actividades para subsistir”, admitió.

Las tradiciones y costumbres no pierden vigencia.

El histrión se muestra confiado al momento de decir que los rasgos que distinguen a nuestros pueblos del campo están lejos de desaparecer. Es más, asegura que ahora están más visibilizados y apreciados. “Las representaciones montuvias siguen enganchando firmemente al público. La gente ríe y se interesa en conocer sus formas de humor, su comida, su vocabulario, su estilo de vida”, puntualiza. (I)

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