“Para nosotros es una cuestión estratégica. La cuestión fundamental es la democratización y el acceso, no sólo del público, sino de los propios creadores, en una ciudad como Guayaquil donde no existe una sola política de fomento a favor de los espacios independientes.

Aquí se va del extremo de taquillas elevadísimas a la perversión de la gratuidad absoluta exigida por instituciones del Estado, ni siquiera en aras de una supuesta formación de audiencias, sino en simple clave de populismo cultural y del clientelismo del arte como subsidiario del marketing y la ‘política’, en su peor acepción. Apelar a que cada quien valore el sentido y compromiso crítico de las teatralidades que en Espacio Muégano Teatro ponemos en juego consiste en un ejercicio de singularización individual que active y movilice el deseo.

Brecht, comunista, odiaba el término ‘público’, sinónimo de masas, porque ahí las diferencias se diluyen, y para él el propósito del teatro era el mismo de la democracia: dividir”.