Para el 31 de marzo todo estaba listo y más que consumado, ya que el proyecto Luces de Esperanza para Japón, ideado por un grupo de jóvenes comandados por Gilda Valle, había recibido una carta de aval y auspicio moral de la agregada cultural de la embajada de Japón en Ecuador, Kaori Sato, a nombre de ella y de la legación. La ceremonia que consumó esa idea cargada de emociones y simbolismo se dio el pasado lunes, al cumplirse el primer mes del terremoto y tsunami en las costas de Japón, en el Jardín Japonés, ubicado en la avenida Miguel H. Alcívar, frente al hotel Castells.

Desde las 19:00 se fueron congregando quienes viven en Guayaquil hasta conformar un grupo de ciento cincuenta personas. El objetivo, cumplido, fue encender una serie de linternas elaboradas especialmente para el acto, en la línea de la tradición Obon, que implicaban una despedida a los difuntos para que  encuentren la luz y el descanso espiritual. Además, era la forma de enviar un mensaje de esperanza fuerte y claro a todos los japoneses, los que vivieron el tsunami y el terremoto y los que viven en comunidades en otros países, como se da en Ecuador. Las linternas, según lo expresaron los organizadores del proyecto, estaban hechas de materiales de bajísimo costo (fundas de papel medianas que tenían una pequeña vela en su interior) y fueron vendidas a $ 5 a los asistentes al evento.

Luego vendría el momento más personal, ya que cada persona que tenía su lámpara tenía la opción de personalizarla y escribir un mensaje de esperanza. Lo que varios de los congregados hicieron. También se tomaron el tiempo de preparar una cartelera con escritos alentadores para los hermanos japoneses. Aunque hubo una difusión mediática previa, el logro de esta masiva asistencia respondió más bien a la convocatoria que se había realizado a través de redes sociales, como Facebook. La velada inició con el respectivo minuto de silencio en honor a las víctimas del terremoto y tsunami, ocurrido en alta mar en el océano Pacífico, que afectaron el noreste de Japón.

Se envió un mensaje de esperanza al pueblo japonés a cargo de  Gilda Valle Minuche, mentalizadora del proyecto, para luego invitar a los presentes a encender sus linternas de aliento, mientras se escuchaba un coro de niños. Terminada la canción, se encendió una linterna blanca con aire caliente que se elevó al cielo como símbolo de esperanza para el pueblo japonés.

Los fondos recaudados con la venta de las lámparas serán entregados a la embajada de Japón en Ecuador, para que a su vez se envíen a la Cruz Roja japonesa. Para los cuatro organizadores, Julián Maldonado, Gabriela Monteverde, Viviana Varas y  Gilda Valle,  el reto consiste en que esta acción se repita en todo el mundo y que Ecuador sea el primer país en poner el ejemplo. Para lograrlo se grabó un video de la acción y se lo transmitirá por las redes sociales.

La presencia de medios televisivos pasó a un lugar secundario, a pesar del deseo de una difusión masiva del evento, ya que lo que importó fue el brindar la ayuda simbólica a la gente afectada por el desastre natural, en medio de sentimientos encontrados y el deseo de que  participaran más personas, pese a la gran asistencia lograda.

En los próximos días se cumplirá rigurosamente con lo pautado en el proyecto y el compromiso con la embajada de Japón: informar los resultados de la velada del lunes pasado, con detalles como el número de participantes, el monto recaudado, junto con fotografías.

Las imágenes captadas por el público están llegando.