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Cuando la gente real se vuelve viñeta en el cómic

Cuando la gente real se vuelve viñeta en el cómic
20 de septiembre de 2012 - 00:00

William Randolph Hearst prohibió que se hiciera mención alguna de Ciudadano Kane en los periódicos de los que era dueño. El magnate no soportaba la alusión casi indecente que hacía de su vida Orson Welles: Charles Foster Kane es obviamente un Hearst de la gran pantalla. De ese tipo de guiños a personajes reales -y ficticios- ha estado llena la historia del cine; y tampoco es que esta costumbre brille por su ausencia en las otras ramas de la industria cultural.

En el mundo del cómic, existen referentes claramente ubicables, acaso la mayoría se refiere a personajes del ámbito político. Alfredo García, presidente de Cómic Club de Guayaquil, dice que “son bastante comunes las apariciones de personajes conocidos. Hay casos en que se representan a sí mismos”.

Los personajes referenciales, como ha dicho García, fluctúan desde vagas representaciones, hasta la más desfachatada -por decirlo de alguna manera- forma de citar: el cameo, cuando el personaje es la misma persona. Bien sabido es, por ejemplo, que Hitler y Stalin son capturados por Superman en una edición de la década de los cuarenta, y posteriormente los lleva a ser sentenciados en Ginebra “por atacar países indefensos”, y todo en nombre de Estados Unidos. “No sólo Goebbels y Riefenstahl hacían propaganda”, dice Antonio Santos, autor y crítico de cómics, en una reseña sobre una historieta que explica la relación de la política estadounidense con el mundo de la serie de tebeos “Spiderman: la política americana y la actualidad de los cómics Marvel”.

Todos los presidentes de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, época en que se empezó a usar el cómic como herramienta política, han pasado por las páginas de las historietas de Marvel: desde Franklin Delano Roosevelt, hasta Barack Obama, que apareció en el número 583 de Amazing Spiderman, en 2009.

En Watchmen (Alan Moore), una ucronía ambientada en 1985, que se cuenta desde la vida de seis héroes enmascarados tras su retiro, Richard Nixon lleva ya su quinto mandato presidencial, aún con Gerald Ford como vicepresidente. Según la novela gráfica, uno de los “watchmen” (vigilantes), El Comediante, se encargó de asesinar a Bernstein y Woodward, silenciando el escándalo de Watergate. El director Zack Snyder lleva estos guiños más allá en la película, al incluir, entre otras, una breve toma de Andy Warhol y el momento en que se captura la icónica fotografía del marine que besa a la enfermera al acabar la Segunda Guerra Mundial, sólo que en lugar del marine estaba Silhouette, súperheroína lesbiana.

Otro personaje de Wathcmen, Búho Nocturno, es una clara sátira de Batman, empezando por el disfraz. Heredero de la fortuna de un ex banquero, Búho Nocturno ha utilizado su capital para desarrollar toda una serie de gadgets que le permitan combatir el crimen, pero Moore, de un estilo más bien burlón, lo pinta más como un flojo que como el invencible hombre murciélago.

Una gran fuente de estos guiños a personajes es la serie “Las aventuras de Asterix el galo”, escritas por Rene Goscinny, y con dibujos de Albert Uderzo. La historia, situada en el año 50 AC, habla de una aldea de la Galia (hoy Francia) que resiste la invasión de Roma, en tiempos en que Julio César gobernaba.

En los más de 30 libros que componen la colección de Asterix, varias veces le tocó al galo salir de su aldea, acompañado por su amigo Obelix, en viajes en los que hasta descubrieron América, siguiendo el rastro de una embarcación de vikingos. Son innumerables las citas hechas por Goscinny y Uderzo, pero destacan las que se refieren a políticos y a actores de cine.

El rostro de Jacques Chirac (cuando era Primer Ministro francés en 1976) fue tomado para darle apariencia a Cayo Coyuntural, asesor económico de Julio César, en una sátira que trasciende al personaje para posarse en su discurso: en todo momento, los autores se burlan del capitalismo.

Cayo Coyuntural intenta doblegar a la aldea con “el afán de lucro, el oro”, comprándole a Obelix sus menhires, unas piedras enormes parecidas a obeliscos -objetos francamente inútiles-, instaurando de esta forma un momentáneo sistema capitalista en la aldea gala.    

Uno que es homenajeado en la misma saga es Sean Connery, convertido en el agente Ceroceroseix, enviado encubierto en una misión propia de James Bond, a impedir que los galos consigan algo de petróleo, ingrediente de su famosa poción que provee fuerzas sobrehumanas.

Sin embargo, según García, la mayor escena de inclusión de pesonajes públicos, tanto reales como ficticios, está en la portada de una de las historietas del hombre de acero, publicada en 1978 con el título de “Superman vs. Muhammad Ali”.

Ese número fue planteado como una campaña de expectativas muy fuerte de la DC Comics: era la antesala de la primera película de Superman (1979), protagonizada por Christopher Reeve, quien de paso aparece entre el público que presencia la pelea que libran el kriptoniano y el varias veces campeón mundial de box.

La mítica portada permite apreciar, además de Reeve, a diferentes autores de cómics de la DC, políticos (Gerald Ford y Jimmy Carter con sus esposas), deportistas (Pelé), actores de cine (Lucille Ball), artistas (los Beatles con Yoko Ono y Linda McCarthy, Sonny Bono, Frank Sinatra, Andy Warhol, Woody Allen, Raquel Welch) y otros personajes de ficción de la DC (Batman, Lex Luthor, la Mujer Maravilla, Lois Lane), que asisten a esta pelea que tiene como objetivo seleccionar al más apto para proteger al planeta de una amenaza extraterrestre.

En el ámbito de la producción de historietas a nivel nacional, García cuenta que se han producido algunas citas parecidas en la serie “Memorias guayaquileñas”, donde se cuenta la historia de Guayaquil en formato cómic.

Esta historieta con tono cívico, coproducida por el Cómic Club de Guayaquil y el Museo Municipal (MUMG), muestra en su séptima edición (dedicada a Pedro Carbo) a unos niños idénticos al Chavo del 8, Quico y Ñoño, trabajando como estibadores en el astillero. En un número posterior, el noveno (sobre la bandera y el escudo nacional), se puede ver “ocultos a plena luz”, a los artistas locales Mauricio Gil, Eddy Vivar, Lex Campuzano y Kléber Flores. En el número diez incluso aparece Michael Jackson, aunque al final se descubre que se trata tan solo de un personaje disfrazado.

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