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Fue afectada por el terremoto del 16 de abril

Contradicción en torno al estado de biblioteca CCE

Las puertas de la biblioteca de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, permanecen cerradas luego del sismo, ya que sus estanterías se vinieron abajo.
Las puertas de la biblioteca de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, permanecen cerradas luego del sismo, ya que sus estanterías se vinieron abajo.
William Orellana / El Telégrafo
17 de junio de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Silencio, soledad, completa calma. Ese es el ambiente que se vive en la biblioteca Aurora Estrada y Ayala, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, luego del terremoto del 16 de abril.

Gruesas cadenas y un par de candados se encargan de demostrar que allí, donde se alojan más de 35.000 libros y miles de periódicos y revistas, no hay atención porque el sacudón de 7,8 grados en la escala de Richter de hace dos meses mandó al suelo libros y estanterías, sobre todo de la hemeroteca.

Pilas de libros sobre mesas, cubiertos por periódicos, dan fe de que los textos no están en el mejor sitio. Eso, de lo que se ve porque, según el conserje -quien no se identificó- en los pisos superiores también se cayeron aparadores y armarios, “porque no estaban empotrados, como debe ser. Lo que pasa es que no hay plata. Yo quería empastar un libro viejísimo de Juan Montalvo, de más de 100 años, pero ni para eso hay”.

No pasa nada, pero...

Consultada sobre el tema, la presidenta del Núcleo del Guayas, Rosa Amelia Alvarado, dijo, por medio de su recepcionista, que “agradece la preocupación del diario, pero que ya todo está solucionado, que no hay de qué hablar, que todo está en orden”. La casa matriz, en un mensaje enviado por Facebook, señaló que, “por el momento, no tenemos una respuesta” para esa inquietud.

Pese a esta declaración indirecta, Rocío Urquizo, encargada del lugar, dijo que, “como usted ve, no hay cómo atender al público, ¿qué más le puedo decir?”. La funcionaria, de larga trayectoria laboral, se negó a seguir hablando, aunque manifestó que hay empresas que van a donar estanterías nuevas para normalizar la atención de la biblioteca, que eso “se está tramitando”.

Rosa Cortez, también bibliotecaria, confirmó que la situación de este lugar de consulta está lejos de normalizarse porque “hay que arreglar los libros y ponerlos en orden”. Lourdes Landín, en el mismo tono, señaló que “en el segundo piso 4 filas de estanterías se cayeron”. Mientras se concreta la ayuda y presidenta y subalternos se ponen de acuerdo, solo la sala Ruth Garaicoa sigue atendiendo a los niños con su programa Sueños de Lectura.

Un lugar necesario

Para la poeta guayaquileña Ana Cecilia Blum, fue allí donde leyó por primera vez a Walt Whitman, “autor que marcaría mi voz para toda la vida. Allí también leí por primera vez la narrativa de Onetti, un escritor que fue muy querido por mí en aquellos tiempos. Además, en los espacios de esa biblioteca hacíamos taller literario con Mario Campaña, los sábados, los que escribíamos versos, y con Velasco MacKenzie en cuento”.

El investigador Emilio Cortez Espinosa, asiduo visitante, considera que su cierre “afecta a los estudiantes, indudablemente, pues no pueden permanecer mucho tiempo sin acudir a ella ya que es parte de su formación académica”. La periodista y profesora Lucrecia Maldonado estima que lo primordial es garantizar la seguridad de los visitantes. Cree que deberían hacer algún bingo para rehabilitarla. (I)

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