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"Cenizas" rompe silencio de la violencia de género

La actriz Samanta Caicedo interpreta a una mujer llena de incertidumbre ante un secreto a voces de su familia. Otra actriz de Cenizas es Juana Estrella.
La actriz Samanta Caicedo interpreta a una mujer llena de incertidumbre ante un secreto a voces de su familia. Otra actriz de Cenizas es Juana Estrella.
Fotos: cortesía / Cenizas
19 de junio de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

El preestreno de la película Cenizas (Juan Sebastián Jácome, 2018), en Ecuador, tuvo a unos espectadores cuyo trabajo ha estado cerca de casos de violencia de género o conflictos intrafamiliares desde el activismo o la academia.

La historia -coprotagonizada por los actores Samanta Caicedo y Diego Naranjo-tiene que ver con el reencuentro de una hija con su padre -Caridad con Galo-, pero sobre todo con el desentrañamiento de un misterio, el que los separó hace varios años y que marcó a una niña de la familia. La propuesta es hablar sobre el silencio, le dijo Juan Sebastián Jácome a una sala de cine que vio el drama que se sitúa en las faldas del volcán Cotopaxi. “Hay que romper el silencio”.

El tabú que narra Jácome es el que suele ceñirse sobre los presuntos victimarios por parte de sus familiares; pero el personaje que aparece cuestionado, confrontado con un pasado que quiso negar no aparece como “el malo de la película”, sino como una persona que se ha escudado en el paso del tiempo y puede parecer, como padre, un ser solitario, indiferente unas veces, sobreprotector otras.

El acercamiento de una hija a su padre, pese a que se distanciaron por un pasado oscuro, hace que el enfoque del filme no tenga un sesgo moralista.

Sobre las butacas de la sala de cine Alfredo Pareja Diezcanseco hubo varias inquietudes luego de la proyección de personas que han visto de cerca casos de violencia sexual y habían confrontado su experiencia con la ficción de Cenizas.

“Desarrollé personajes, una historia. No es que me movía hacer una película sobre violencia y, así, una agenda para eso. No quería tratar como un villano al protagonista porque lo reprochable no hace que Galo deje de ser humano”, explicó Jácome.

Para la activista Janeth Cervantes, “hay que hablar de víctimas de incesto, llamar las cosas por su nombre (...) Si se trataba de prevenir la violencia con un mensaje, no había que hacer simpatía por un agresor, humanizarlo”.

La activista considera que la carencia afectiva de Caridad “no está explicada del todo” y que el aparente arrepentimiento de su padre no se llega a entender. “Cuando las víctimas deciden no denunciar a quienes son sus agresores y a la vez están a cargo de su cuidado, no tienen conciencia de lo que pasan”, añadió y concluyó que hay que evitar que las víctimas sean puestas en duda en lugar de reparadas.

Gabrielle Castellanos, del colectivo Sentimos Diverso, señaló un aporte de la película: “el relato del silencio habla mucho de lo que es Ecuador y, en general, la región. El personaje de Galo muestra que podemos querer al agresor y por eso no lo denunciamos, eso es lo que lo hace potente, pero deja de ser un monstruo (...); eso quita el velo sobre quiénes son los abusadores”.

Castellanos sugirió que la comunicación y difusión de la historia debe manejarse con tino, más para un público complejo y diverso como para quienes han trabajado por los derechos de personas vulneradas más allá de personas que van regularmente al cine, por entretenimiento.

La identificación de otros espectadores con la historia, que hayan vivido situaciones similares a la narrada, también fue tocada. Esas reacciones son un reto para los productores y, a decir de otra de las mujeres que vio el filme, “puede incomodar que un personaje cuestionable aparezca como vulnerable”.

Jácome admitió que los índices de violencia sexual lo sorprendieron luego de contar la historia. Los temas que están vetados en familias ecuatorianas eran lo que hicieron que contara la historia. “Un ser humano, aunque haya sido victimario, no puede aparecer sin defenderse en una ficción”, dijo.

 Productores de tres países
El cineasta estadounidense Andrew Hevia se interesó en el guion de Moonlight (Óscar, 2017) y decidió trabajar en su producción; algo similar ocurrió con Cenizas; filme que coprodujo con Irina Caballero y Germán Tejeira. (I) et

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La violencia real en el país

Cerca de 3.000 niñas sufrieron incesto y  tuvieron hijos producto de eso en Ecuador. La ley impide que se practiquen abortos ante este tipo de abuso. Además, seis de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia sexual alguna vez en su vida.

15 años han transcurrido desde que los cineastas Andrew Hevia y Sebastián Jácome se conocieron.

Estreno nacional

El filme se estrenó el 6 de junio en el Festival de Cine Latinoamericano de Quito (FLAQ). Desde el 15 de junio se proyecta en las salas de cine del país. Antes estuvo en el Festival de cine de Miami, EE.UU.

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