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Con la firma del convenio con ecuador el fondo tiene 10 filiales en el continente

Carreño: “El FCE no viene a competir por lectores”

José Carreño Carlón es mexicana. Experiencia Laboral: ha estado vinculado con el periodismo y la cátedra en universidades como la UNAM. Foto: Fernando Sandoval
José Carreño Carlón es mexicana. Experiencia Laboral: ha estado vinculado con el periodismo y la cátedra en universidades como la UNAM. Foto: Fernando Sandoval
17 de marzo de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Un espacio de la sede de Unasur, en la casa patrimonial donde vivió el expresidente Galo Plaza Lasso, ubicada en el centro de Quito, será el área del Fondo de Cultura Económica (FCE). Con ello se cerró el convenio firmado el lunes anterior entre el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Ecuador y el FCE, en el marco de la visita del presidente de México, Enrique Peña Nieto.

“Es una de las formas más honrosas de celebrar el cumpleaños 80 del Fondo”, dijo aquella noche José Carreño Carlón, director del FCE. Y recordó: “Ecuador se incorporó a este proyecto a través de la estrecha relación entre Benjamín Carrión y los directores de esa época, Daniel Cosio Villegas y Arnaldo Orfila Reynal. Ellos mantuvieron correspondencia y de ella surgió, por lo que estuve viendo, la edición de dos colecciones del Fondo que precisamente firman desde entonces nuestra vocación latinoamericana con Tierra firme y Biblioteca americana”.

Él (Carrión) está en el catálogo histórico y vivo del FCE con sus libros La patria en tono menor y García Moreno, el salto del patíbulo. En la noche de la firma del convenio también estuvo, entre otros autores, Rodrigo Borja, expresidente de Ecuador, quien también es autor del Fondo, con su Enciclopedia de la política, que -se dijo- ya está en versión digital.

¿Qué se prentende al abrir una filial del FCE en Ecuador?
Queremos construir un mercado hispanoamericano del libro. No se ha dado el caso de que un autor ecuatoriano llegue al mercado hispano de Estados Unidos; eso queremos lograr. Y también que un ecuatoriano tenga acceso a autores de esos lugares. Esperamos tener mucha participación de Ecuador.

Ahora el FCE cumple 80 años y se ha armado una convocatoria que recolecta qué significa el Fondo para los autores de América Latina. ¿Ecuador se ha unido?
Iremos haciendo crecer este folleto. Queremos que nos digan qué ha significado el Fondo para ellos. El tema de la mala o nula circulación de nuestros libros. “En América Latina viajan más los escritores que sus libros”, dijo Ricardo Piglia, en respuesta a nuestra convocatoria.

Eso nos revela que hemos sido como colonias aisladas, incomunicadas en el aspecto cultural. No circulamos bien.

¿Cuál es el escenario de esta expansión del FCE?
Veíamos la crisis española y su impacto en el sector editorial. Vimos la soberbia con la que España se presentó como portavoz obligado del mundo hispánico y esto está llegando a su fin por las razones que todos conocemos. Pero la otra consecuencia me parece más interesante: América Latina y el Fondo podrían recuperar su lugar de privilegio que perdieron en los años noventa y la primera década del tercer milenio gracias a estas condiciones y a los esfuerzos que se están haciendo para resolver estos problemas, específicamente en el caso de Ecuador. El Fondo no va a venir a desplazar ni siquiera a competir con las editoriales del país, ni vamos a pelearnos por autores, ni por lectores, cómo sí lo llegaron a hacer en el pasado las editoriales transnacionales; al Fondo en realidad no le interesa pelearse por los todavía exiguos mercados locales como ya lo veíamos en nuestros países, sino, obviamente, nuestra idea es ampliar nuestra base de lectores en lugar de pelearse por nichos de mercados raquíticos.

¿Cómo lo harán?
Con proyectos de coediciones. Los autores poco conocidos no son publicados por las transnacionales por no significar una tasa alta de retorno de la inversión. El Fondo también será un canal más de distribución no solo con los sellos de grandes sellos, sino precisamente con los pequeños.

El FCE no tiene fin de lucro y lo regenta el Estado mexicano. ¿Cómo afronta financieramente su presencia en otros Estados?
Tradicionalmente México ha aportado recursos para esta empresa. Es una organización con autonomía de gestión. No es una editorial de publicaciones oficiales, como todo el mundo lo sabe, sino que tiene criterios editoriales, digamos, independientes, buscando la calidad y buscando servir a los lectores. Este esquema de participación, en este caso dos países (Ecuador y México) lo hemos seguido en México con universidades estatales, secretarías de la cultura en otros estados, y es la primera vez que lo hacemos en plan de fraternidad de país y país.

El FCE apostará por un país donde -sin ánimos de minimizar a sus lectores- tiene, según la Cerlac, un índice que señala que el hábito de la lectura es de medio libro por año. ¿Cuál es la estrategia del FCE para lograr lectores?
Estuve viendo las estadísticas que tienen en Ecuador, pero hay que decir que las estadísticas ocultan cosas. Los jóvenes leen mucho aunque no lean libros, leen mucho en la pantalla, por ejemplo, por eso hay que trabajar mucho en el libro electrónico, porque permite abatir distancias, costos, pero también permite conectar mejor con las nuevas generaciones de lectores.

Hay ciertamente circunstancias que hacen que haya bajos índices de lectura, conforme los estándares internacionales, pero también hay que ver los matices y, desde luego, insisto, los grandes programas de gobierno, como los nuestros, promueven políticas públicas para hacerles llegar libros, contenidos gratuitos incluso, en herramientas digitales, como tablets o laptops, que creo que son indispensables en esta época para fomentar la lectura, la cultura y la información de nuestros pueblos.

Las sucursales de las grandes editoriales suelen convertirse en un nicho del lector promedio, es decir, que la oferta se reduce a los más vendidos, a los best sellers, ¿cómo el lector ecuatoriano tendrá acceso a todo el fondo editorial del FCE?
Nosotros tenemos a los sellos de prestigio, a las editoriales de calidad, a los autores de vanguardia. La oferta siempre será variada. Vale recordar que aquí se publicó El capital, los clásicos de las ciencias políticas de los años 30 y 40, 50 y 60; al sociólogo progresista de Estados Unidos (Charles) Wright Mills. Somos y tratamos de ser una ventana que oxigenaba la cultura en español. Hay que recordar cuando en España estaba (Francisco) Franco, y obstruía, proscribía o censuraba estos libros. Platicando allá con un viejo editor contaba cómo los libros del Fondo entraban de contrabando y aquí (América Latina) teníamos dictaduras militares que fueron barreras perniciosas para la circulación cultural de los países.

El FCE en el Ecuador pretende no solo poner a disposición del lector ecuatoriano su fondo editorial, sino, sobre todo, también ser un espacio de gestión cultural, ¿hay una agenda común en el ámbito de la cultura en América Latina?
Y claro, somos también una distribuidora de otros sellos. Y eso es lo que haremos acá, podrán entrar las editoriales independientes de Ecuador y la de otros países.

Es indudable que las nuevas tecnologías están modelando un nuevo flujo de información y nuevos soportes del intercambio del conocimiento. ¿Cómo el FCE se está conectando con este tiempo donde la dispersión del individuo es cada vez más latente?
El fondo ya tiene setecientos libros en línea, de un catálogo histórico de al menos diez mil títulos, de ellos cinco mil aún siguen circulando en el mercado. En México le estamos dando mucho empuje a este programa de libros digitales, y, esperamos, que el año próximo lleguemos a mil libros digitales.

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