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“Oasis de sabores” es la regla del 1 de enero para iniciar el año
Es el día perfecto para filmar una película distópica. Si un cineasta quisiera realizar unas tomas de una ciudad desierta, el amanecer del 1 de enero quedaría como fecha obligatoria.
Una brisa refrescante junto con los rayos del sol son la principal y quizá la única compañía en las calles de Quito en la mañana del primer día de 2019.
El ambiente es desolado, pues al parecer, luego de las sonadas celebraciones de fin de año en los distintos puntos de la capital, que tuvo la forma en los personajes de “viudas”, quema de años viejos, y la fiesta familiar, solo el silencio queda como un incómodo compañero.
A lo largo de la avenida 10 de Agosto, en la intersección entre Eloy Alfaro y Orellana, no hay un solo local abierto.
Sin embargo, existen los “oasis”, que son paradas obligatorias de quienes, luego de haber celebrado hasta el amanecer, solo buscan recuperar fuerzas.
Uno de ellos es Los Ceviches de la 10, cuyo personal atendió a los clientes con normalidad, y aunque parezca contradictorio, se incrementa el trabajo por la presencia de comensales.
“Abrí a las 08:00, y las mesas están casi llenas, siempre es así el 1 de enero”, afirmó Rita Álvarez, administradora del sitio, quien señala que el aumento es porque las personas buscan los mariscos para pasar el chuchaqui luego de las celebraciones de fin de año.
Metros más adelante, en la misma vía, en el sector conocido como el Puente del Guambra, sus más de diez restaurantes ofrecen opciones a una clientela que busca iniciar el año con sabor típico.
Uno de ellos, es el local 8 del clásico plato “Guatallarín” (guatita y tallarín), con la sazón manaba de Lucía Bastidas.
El local, que ya tiene 10 años, siempre abre los 1 de enero, incluso desde la madrugada. “Hoy, los domingos y feriados son los mejores días, viene más gente”, aseguró el personal que allí labora.
El 1 de enero no es solo un día para ver una ciudad desierta, también lo es para reencontrarse con el sabor local. (I)