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El Telégrafo
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Las artesanías de Valdivia se venden con megadescuentos

Las artesanías de Valdivia se venden con megadescuentos
Foto: Mario Valiente / El Telégrafo
26 de junio de 2019 - 00:00 - Mario Valiente Velásquez

La comuna Valdivia es reconocida por la calidad del trabajo de sus artesanías, trabajadas en madera, cerámica y barro, las cuales copan gran parte de las fachadas y negocios del pueblo.

Miniaturas talladas, hamacas, lámparas, muebles y vasijas son las más buscadas por los turistas. El precio de las manualidades siempre está sujeto a negociación y el valor fluctúa dependiendo la temporada del año.

- “¿Cuánto por los sombreros?”, pregunta una viajera que detuvo su vehículo al pie de la playa para admirar los trabajos.

-”Cuestan $ 10, hasta en $ 8”, responde un comunero que brinca de su mecedora al percatarse de que tiene clientes. Es que es en temporada baja y el negocio no está dando frutos.

Antes de que la mujer alcance a articular palabra, el vendedor vuelve a rebajar el precio. “Para que lleve le dejo en $ 6. ¿Qué le parece?”.

La dama se da cuenta de la desesperación del artesano por concretar la venta y lanza su contraoferta. “Quiero dos, le doy $ 10”.
El señor se toma un momento para pensar, sin embargo, la decisión parece no estar en sus manos sino en las de su esposa, que está armando una canasta en una silla a pocos metros.

El matrimonio cruza miradas y no es hasta que ella asiente con la cabeza que el hombre acepta la oferta. “Lleve, dígame cuáles quiere”.

La mujer señala dos modelos de ala ancha, se lleva uno a la cabeza, guarda el otro en un robusto bolso playero, agradece y se retira.

Otro viajero que observaba la venta se percata del “descuentazo” y se aventura a probar suerte. -“¿Cuánto por las hamacas?”. -“$15”, le contestan.

El comprador se vacía los bolsillos y responde lamentándose: “Solo tengo $ 9”. -Esta vez no hay consulta entre esposos y el negocio se concreta.

Al alejarse el cliente, la mujer le cuestiona haber aceptado un precio tan bajo. “¿Prefieres comer hamaca o comida?, en esta época no hay que ponerse exigentes”, contesta molesto.

La mujer, que no encuentra contraargumentos, solo atina a continuar su labor con la canasta. (I)

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