Ecuador, 26 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Crónicas a pie

El último viaje hacia la indiferencia en una furgoneta

El trecho que separa a Carapungo de Calderón –suburbio/pueblo– toma cuarto de hora en recorrerse, pero medio camino basta para ver pasar a la muerte.

Junto al carrito humeante en que han empotrado un letrero de neón que anuncia «Menestra» y «Seco de Chivo», una furgoneta destartalada espera a que todos sus asientos sean ocupados para remplazar al insuficiente transporte público la noche de un viernes.

En el asiento trasero, un tipo –negro, joven– grita de rabia y dolor para que el conductor aún indiferente acelere. El pasajero tiene la camiseta empapada de sangre por una puñalada recibida en el estómago un par de minutos antes de subirse.

—¡Si muero ya saben de quién es el carro que no me llevó rápido!— les repite amenazante a quienes lo acompañan, cuatro miembros de una pandilla a la que los lugareños reconocemos por una vestimenta particular: camisetas de colores chillones, pantalones anchísimos, gruesas chaquetas que ocultan navajas.

—Cómo te vas a morir si apenas es un rasguñito— le contesta burlón el mayor.

Las llantas empiezan a rodar solo cuando adentro ya no hay espacio para más gente. Ya sobre la oscura carretera, el que cobra medio dólar por el transporte le advierte al conductor que ‘los de atrás’ se niegan a pagar. El carro se detiene de golpe.

—Que se bajen— ordena el chofer sin soltar el volante ni voltear a ver al herido, que lanza una lluvia de lamentos y maldiciones contra sus compañeros.

El cobrador se ve nervioso, impotente y le dice al que conduce que avance aunque no le paguen. La pandilla lanza monedas al retrovisor mientras el más joven empieza a palidecer, jadeante.

—Ya quiero llegar a mi casa o morirme de una vez (...) Está grande la herida— se lamenta en cada parada para que el arranque demore menos. Así una, dos, tres veces hasta que la distancia bajo la luz verde del semáforo en que me bajo lo va silenciando poco a poco, como al resto.

Mientras se aleja, esa furgoneta deja una estela de luces rojas sobre el asfalto. (I)

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