La Copa América tendrá un campeón argentino. Más allá de qué selección alce el trofeo, un entrenador nacido en el país austral habrá guiado técnicamente a su equipo a la cima del continente. Aquí no habrá lugar para sorpresas. Los cuatro entrenadores semifinalistas de la Copa conforman un inédito ‘póquer albiceleste’: Jorge Sampaoli, de Chile; Ricardo Gareca, de Perú; Ramón Díaz, de Paraguay, y Gerardo ‘Tata’ Martino, de Argentina. Y otros dos, José Néstor Pékerman, de Colombia, y Gustavo Quinteros, de Ecuador, quedaron en el camino. La ecuación es simple: la mitad de los técnicos que fueron a la Copa América es de nacionalidad argentina, un récord difícil de igualar. Los estilos son disímiles. Sampaoli eligió la verticalidad y la búsqueda del ataque en forma permanente, con 11 ‘kamikazes’ tras el gol; Gareca moldeó un equilibrio entre la defensa y el ataque; Díaz redescubrió a un equipo ‘guaraní’ golpeado y le devolvió esa característica de lucha que potencia al máximo las virtudes de sus jugadores; y Martino logró el control de la pelota al mejor estilo del Barcelona, con algunos baches y todavía sin esa estocada final de sus temibles delanteros. Pero, ¿por qué las selecciones sudamericanas se inclinan por técnicos nacidos en Argentina? ¿Qué los diferencia del resto? Carlos Bianchi el técnico multicampeón con Boca Juniors, ensayó una explicación antes de la Copa en una columna para ESPN: “Sobrevivir en el medio argentino es una prueba de fuego permanente que, no tengan dudas, templa el carácter”. Y agregó: “Este tremendo nivel de exigencia hace que, si uno pasa el examen, termine obteniendo un máster en dirección técnica que da credenciales para trabajar en cualquier parte del mundo”. El ‘Cholo’ Diego Simeone, uno de los mejores técnicos de la actualidad y hoy al mando del multicampeón Atlético de Madrid, es un claro ejemplo. En ese sube y baja histérico del fútbol argentino, fue campeón y al torneo siguiente último cuando dirigía al River Plate. En el torneo argentino, técnico que no gana queda en el camino asediado por la presión de la hinchada y de la directiva que solo exigen resultados. Reinaldo ‘Mostaza’ Merlo puede dar prueba de ello: fue despedido de Colón de Santa Fe tras caer 2 a 0 ante San Lorenzo en el primer partido del presente campeonato. En las primeras 14 fechas del torneo de 30 equipos fueron echados o renunciaron 11 entrenadores. Uno de los clubes, Nueva Chicago, último de la tabla, ya se devoró a dos. El fútbol argentino se convirtió así en una maratón para los técnicos que van cayendo uno a uno heridos por malos resultados. El fallecido presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Humberto Grondona, delineó un campeonato de 30 equipos para federalizar el fútbol y quitarle el dramatismo que otorgaban los torneos cortos de 19 fechas. Los técnicos tendrán más tiempo para trabajar y no habrá tanta presión, solía repetir. Pero se equivocó. Ser entrenador en Argentina es subirse a una montaña rusa y los que llegan al final reciben -como dice Bianchi- un ‘máster’ que lo catapulta al mundo con un plus ganador que pocos pueden ostentar. El resto, sobrevive. Ramón Díaz, cuya selección paraguaya se dio el lujo de empatar con los tres grandes sudamericanos en la Copa América de Chile (Argentina, Uruguay y Brasil, al que además eliminó en cuartos de final por penaltis), se mostró satisfecho por esta ‘argentinización’ del banquillo sudamericano. “Los cuatro entrenadores que quedaron son 4 argentinos. Esa es una alegría enorme para todo un pueblo que tiene no solo jugadores, sino también entrenadores de gran nivel”, resumió el ‘Pelado’. La Tricolor aguarda a Gustavo Quinteros con miras a las eliminatorias para el Mundial de Rusia. Y para agregarle más leña al fuego, se fue molesto de la Copa América por las versiones que lo daban fuera de la selección, reemplazado por Edgardo Bauza, director técnico del San Lorenzo de Almagro, campeón vigente de la Copa Libertadores. Otro argentino ganador. (I)