La base del convencimiento pasa primero por conocer y entender mi gusto y después de eso comprender las formas que debo utilizar para incentivar a que otros persigan el mismo objetivo. Históricamente, las semifinales de la Copa América de Chile 2015 tendrán en sus guías principales a cuatro entrenadores argentinos, contemporáneos y que gozan de particularidades a destacar, pero casualmente unidos en un punto en común, el de ser y sentirse ganadores. Las realidades de las selecciones de Chile y Argentina se ratifican en resultados y juego, pasando siempre por alguna duda en ambos conceptos, natural en este deporte que está lleno de imponderables. Es verdad que el plantel chileno cuenta con una generación rica en variantes y capacidades para dar una alegría histórica a su país, pero Jorge Sampaoli, un detallista al máximo, sabe que cuando salte al campo el próximo partido (hoy) tendrá que superar situaciones de otra connotación y muy motivantes que acarrean en sus memorias los futbolistas dirigidos por Ricardo Gareca que se aferra a lograr ser un puño y desde ahí explotar virtudes técnicas y de buen gusto. La otra llave está llena de peso futbolístico porque las selecciones que lucharán por ser finalistas juegan como viven sus pueblos, y eso hoy es difícil de encontrar. Argentina puede ser bipolar o rozar la perfección en sus insinuaciones, depositando ilusiones y la presión en los pies del mejor del mundo. Su estilo es fiel al paladar de un país exigente en las formas, y eso llevó de a poco a creer que su entrenador -Gerardo el ‘Tata’ Martino- puede conducirlos a la esencia del potrero, irónicamente ausente en las últimas décadas. En cambio, el equipo ‘guaraní’, comprometido a su historia, nos enseña que este deporte no es de especulaciones sino de ser honestos y poder reconocer virtudes y falencias, y jugar siempre desde ese punto. Su adiestrador, Ramón Díaz, es ganador por naturaleza; y desde un mensaje escueto pero certero, puso en una instancia decisiva a un país que dignifica al balompié sudamericano. Puede haber algunas inclinaciones en los pronósticos, pero respeto tanto al fútbol que simplemente aconsejo que sigamos disfrutando ver rodar el balón y cómo es tratado por estas cuatro grandes selecciones sudamericanas, porque es eternamente agradecido y siempre tiene la capacidad de llenarnos el alma con momentos impensados. (O)