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La salsa representa la sabrosura de los latinos
La salsa brava que nació en los barrios latinos de Nueva York, está más viva que nunca, pese a la irrupción de la salsa comercial.
A Manuel Jacinto Velásquez, un bahiano radicado en Quito y experto conocedor de salsa, siempre le cautivó la salsa clásica nunca para bailarla, solo para escucharla.
Para él, la salsa es como un ron sonoro que se bebe por los oídos. Desde hace casi 3 décadas ha difundido el valor de este género en diferentes programas radiales.
¿Cómo surgió su gusto por la salsa?
Tuve la suerte de que mi padre trajera con frecuencia discos desde Colombia. Uno de los que más me llamó la atención fue el de Los Graduados que, cuando yo tenía 10 años, en 1973, sonaba por todo lo alto. La canción que más me gustaba se llamaba ‘Ah, ah oh no’, de Willie Colón y Héctor Lavoe, pero interpretada por Los Graduados. Desde entonces y con el tiempo tuve un gusto musical muy marcado, ya no me llamaba la atención otro género que no fuese la salsa.
¿La salsa que se considera dura, de la calle, era más auténtica que la actual?
Bueno sí, pero en la actualidad hay orquestas de salsa que mantienen el formato no comercial y que recuperan este estilo de calle, del son callejón. Muchos de los temas tienen un concepto de desarraigo, porque muchos de los músicos dejaron su tierra y ese sentimiento lo musicalizaron. Son marcadamente diferentes a la salsa romántica o la salsa comercial. La salsa poderosa de los años sesenta y setenta es muy superior a la romántica o a la balada salsa que se escucha mucho en las radios comerciales.
Hay quienes consideran que el reguetón está desplazando a la salsa. ¿Qué cree usted?
No, para nada, en absoluto. Lo que ocurre es que en esta cuestión de gustos, siempre hay desacuerdos. El reguetón, de algún modo, ha hecho que se valoren los arreglos de la salsa clásica frente a otros géneros que son muy livianos.
¿La salsa nos representa como latinos?
Sí, por supuesto. La salsa, al igual que otros géneros valiosos de América Latina como el tango, representa la sabrosura que tenemos los latinos. Si te vas a Australia o a China siempre encontrarás a un conjunto que haga salsa y si te identificas como ecuatoriano, de seguro te dirán que la salsa es latina.
¿En la actualidad, hay exponentes tan brillantes como aquellos que marcaron la época de oro de la salsa, como Johnny Pacheco o los integrantes de Fania All Star?
Sí, por ejemplo, está Jimmy Bosch, alias ‘El Trombón Criollo’, considerado el defensor de la salsa dura. Lo más interesante es que en la orquesta de Bosch, el duro de la película es el guayaquileño Juan Reynaldo Bayona y en la Spanish Harlem Orchestra, se destaca Marco Bermúdez, oriundo de Portoviejo, en la provincia de Manabí. Ambos son considerados como los mejores soneros en la actualidad. Además, el quiteño Mauricio Ochoa dirige la orquesta Sonora Libre en Barcelona, España. También tenemos a Gino Castillo, quiteño, percusionista, quien está al frente de una orquesta de salsa en Estados Unidos. El propio Alex Alvear con su estilo maravilloso, también hizo lo suyo en Estados Unidos y es considerado uno de los grandes talentos dentro de la salsa.
Al hablar sobre referentes también nos podemos referir, como decía antes, a Jimmy Bosch uno de los referentes de la salsa dura, al igual que Bobby Matos, quien nació en el Bronx. En su juventud estudió con los maestros de la conga ‘Patato’ Valdez y ‘Mongo’ Santamaría, Bongo Logic y Rebeca Mauleón, una pianista californiana autora del libro Los 101 montunos, aquellas posturas del piano que hacen que el instrumentista se luzca. Hay algunas armonías en el piano que el timbalero utiliza como rutinas en la salsa.
¿Considera que esa fuerza propia de la percusión en la salsa se desvaneció quizás para dar paso a un ritmo más armonioso, pero más liviano?
No, me parece que la percusión no se la puede perder y menos aún en la salsa. La base de la salsa es el tambor y al decir tambor me refiero por supuesto a la percusión. Lo que pasa es que dentro de la salsa hay algunos tipos de formación. Si hablamos de formación sonora, nos referimos únicamente a las trompetas. Por ejemplo, si escuchamos a la Sonora Matancera allí nunca habrá un trombón, un saxofón ni una flauta, solo trompetas. Hay otra formación como el combo que mantiene un formato de saxofón, trombón y trompeta. La charanga tiene flauta y violín. En este caso, el peso del tema lo lleva el flautista. Si ponemos atención, realizan unas rutinas de flauta que —a mi parecer— son realmente excepcionales.
Los boricuas tenían su toque de salsa, diferente de los neoyorquinos y de los cubanos. ¿Cree que esta diversidad ha enriquecido a este género musical?
Sí y cada región tiene su propio sello. Lo que sucede es que el asunto de Nueva York es para mí la verdadera esencia de la salsa clásica. Si escuchamos a la orquesta de Los Hermanos Lebrón, a la de Bobby Rodríguez y la compañía, al propio Willie Colón y otros, nos damos cuenta de que en sus canciones está muy presente el asunto del desarraigo. Es gente que fue a Nueva York y que tuvo que abandonar su tierra. Al ir a parar a la babel de hierro (NY) y estar en medio de la tristeza que provoca el desarraigo, surgió ese sonido de barrio a manera de rechazo (la salsa). Tengo que decir que los trombones de Willie Colón ejemplifican con claridad lo que digo. El sonido de Puerto Rico es otra cosa, porque ellos no enfrentaron esa situación. Le dieron más sabor. Son cantos al bohío y al campesino.
Los cubanos, por su parte, a raíz del bloqueo, desarrollaron una música excepcional; hablo, sobre todo, de los que se quedaron en la Isla. Mantuvieron su estilo, lejos de las presiones de las casas disqueras. De allí surgieron orquestas emblemáticas como La Original de Manzanillo, la Orquesta de Adalberto Álvarez y su Son y los Van Van, una de las mejores del mundo, comparada incluso con los Rolling Stones. Van Van es una orquesta cubana fundada por el bajista Juan Formell. El año pasado, lanzaron La Fantasía, un producción discográfica que inició Juan Formell y que culminó su hijo Samuel Formell. El álbum es un tributo a Juan Formell, su director por 4 décadas hasta su fallecimiento en este 2014. Tuve el gusto de presentar en diciembre esta producción. Formell estuvo en Ecuador en varias ocasiones. De alguna forma nuestro país ha tenido la presencia de los maestros de la salsa.
¿Qué mantiene viva a la salsa dura?
Si le ponemos oído, hay arreglos que son de lujo. Está viva porque mantiene la sabrosura y reúne, además, todos los matices que tenemos los latinoamericanos como el color, el sabor y ese calor. A muchos les pasa que esos 8 o 10 minutos que oyes un tema, es como una catarsis, te liberas de lo malo.
¿Prefiere bailarla o escucharla?
El baile no es algo que me llame la atención, por eso prefiero escucharla. Claro que ver a un buen bailador es interesante, pero me conmueve mucho escucharla.
En las radios, la salsa comercial está más presente que la clásica. ¿En Ecuador esto es recurrente?
Sí, en Ecuador hay pocos programas radiales dedicados a difundir esa salsa poderosa, la salsa clásica. En otros países no ocurre lo mismo, por el contrario, la destacan más y, sobre todo, presentan a nuevos artistas. En este aspecto, hay que decir que los nuevos exponentes de la salsa dan conciertos en Panamá, Colombia, Perú, Chile y Argentina, pero se saltan Ecuador. Hace poco estuvo en Costa Rica Eduardo Palmieri, más conocido como Eddi Palmieri y en Perú, Jimmy Bosch. Nosotros en Ecuador no salimos de Rubén Blades y ya ni siquiera viene Willy Colón.
Hay exponentes que empezaron con la salsa dura y se tornaron más comerciales. ¿Qué pasó?
Hay arreglos y letras que le han hecho mucho daño a la verdadera salsa, porque se fueron por el lado más comercial. La cubana Celia Cruz fue la reina-rumba, porque tuvo una época de salsa poderosa, desde que inició en La Sonora Matancera y luego en la Fania. Al final de sus años, cedió al tema comercial y son esas las canciones que más suenan en las radios, pero nos olvidamos de que ella interpetaba La Bemba Colorá y Sopita en Botella.