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El Telégrafo

Yasuní-ITT: Ecuador a la vanguardia del cambio de era (6)

10 de diciembre de 2011 - 00:00

Actualmente, las nuevas maravillas de la naturaleza son: el río Amazonas, las cataratas de Iguazú, la bahía de Halong, en Vietnam;  Komodo, en Indonesia; la isla Jeju, en Corea del Sur; la Montaña de la Mesa, en Sudáfrica; y el río subterráneo de Puerto Princesa, en Filipinas. Si se quiere reducir el tiempo y la distancia para conocer el río Amazonas y su cuenca, el lugar es el Parque Nacional de Yasuní, que es su milésima parte  y concentra la mayor biodiversidad del planeta.

Si ponemos diferentes personas frente a la maravilla del Yasuní, ocurrirá: el que trabaja con maderas, observará tablas por cortar; un cazador, trofeos para exhibir o vender; un minero, minerales para extraer; una persona sensible, fuentes de inspiración creativa; un periodista, oportunidad para hacer un reportaje; un aventurero, desafío para recorrer; un amante de la naturaleza,  lugar para admirar; un comerciante o banquero, formas de ganar dinero; un politiquero,  oportunidad para hacer demagogia; para un visionario y estadista, realizar programas en el presente, manteniendo la sostenibilidad del lugar para las futuras generaciones.

Por miles de años, la mayoría de los seres humanos tenía una gran sensibilidad, adaptarse en forma armoniosa con la naturaleza,  sentirse integrados, en una relación profunda entre seres vivos. En la era industrial se deformó la conciencia y se vio a la naturaleza como un objeto sin vida, desechable y un recurso inagotable para explotar.

La mayoría de los seres humanos percibe tan solo lo superficial, asociado al estado egotista de la conciencia, en las formas de poder y consumir que los mantiene prisioneros de la materialidad. El gran reto frente a la destrucción ambiental es que las personas despertemos, nos elevemos y tomemos conciencia de nuestra esencia espiritual; sentir la felicidad en la quietud, esto es en lo natural, lo sencillo, lo delicado e imprescindible para vivir con dignidad.

Respaldados por los principios de nuestra Constitución: la patria,  la dignidad, la madre, la comunidad, lo intangible de la humanidad y de la naturaleza no tienen precio,  para que se puedan vender o destruir. La satisfacción de las necesidades inmediatas y el éxito pragmático del presente no deben ser insostenibles para las futuras generaciones, no pueden ser “pan para hoy, hambre de mañana”. Como dice Antoine de Saint-Exupéry en “El Principito”: “Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos”.

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