Uno de los arbolitos que sembraron René Ramírez y Rafael Correa en el norte del país está a punto de dar sus primeros frutos. Yachay Tech alista la ceremonia de incorporación de 61 estudiantes.
No cualquiera se titula de biólogo, ingeniero, físico o matemático. Por eso lo de estos chicos es alentador en un país que necesita menos “influencers” y más científicos e investigadores. El problema es que el centro de ciencias exactas nació como un ejercicio de ciencias políticas, y tanto los estudiantes como los profesores estuvieron expuestos a un laboratorio demagógico.
Para empezar, estos graduados han conocido a ocho rectores, entre interinos y titulares. También vieron cómo la Contraloría puso una enorme lupa sobre su universidad. Con el cambio de Gobierno quedó en evidencia que el proyecto no solo había sido excesivamente ambicioso sino incluso artificial.
La Comisión Gestora nombrada por Correa decidía a control remoto y sin acercarse a nuestra realidad. Tres de los cuatro miembros eran académicos en Estados Unidos que venían al país pocas semanas al año, pero cobraban algo más de $ 16.000 al mes. Los docentes que tenían más de 100 publicaciones académicas podían percibir sueldos cercanos a los $ 13.000.
Reclutaron a profesores de todo el mundo, incluyendo a Daniel Larson, un legendario decano de la facultad de Ciencias de la Universidad de Pennsylvania. Pero muchas estrellas abandonaron el barco decepcionadas por el ADN político y otras salieron inexplicablemente despedidas por la puerta de atrás. Yachay Tech llega a su adolescencia sabiendo que ya no es millonario y que debe afianzar una identidad alineada con el país. El matemático Hermann Mena, flamante rector, ya habrá hecho los cálculos. El presupuesto para 2018 se redujo en un 20% ($15.5 millones para unos 1.200 estudiantes). Casi todo se va en gasto corriente y es un dinero asignado por el Ministerio de Economía y Finanzas.
Ecuador necesita pensar en grande, pero lo ideal es avanzar de manera sostenible. Si bien el fruto de Yachay seguro es bueno, el costo de oportunidad fue alto. A veces ser sensato es una fórmula imposible. (O)
