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El Telégrafo

Wikileaksando

04 de junio de 2012 - 00:00

Hay una similitud sorprendente y misteriosa cuando los medios comerciales, autodenominados “independientes”, pero dependientes del lucro, tratan temas escabrosos como los casos de Fabricio Correa  y  de los WikiLeaks de las embajadas gringas.

De usufructuario de la fraternidad para firmar contratos “chimbos” con el Estado y enriquecerse violando toda norma de ética, Fabricio pasó a perseguidor de su hermano, reclamándole por no someterse a sus aspiraciones de enriquecimiento. 

Cuando la prensa comercial tuvo en sus manos la oportunidad de utilizarlo lo pintó con el papel de verdugo corrupto, primero, para luego endiosarlo como a héroe y abrirle páginas enteras, pantallas a discreción, micrófonos interminables. Y allí lo tenemos de probable candidato a disputar contra su hermano y a contribuir en todo lo que pueda para apoyar a los opositores de la Revolución Ciudadana.

Parecido a lo que sucede con los WikiLeaks: páginas y titulares con gran despliegue, cuando los cables de la embajada norteamericana contenían acusaciones, aunque fuesen calumniosas, contra Rafael Correa; silencio absoluto cuando los cables de la embajada contienen información que afecta a los intereses de los dueños de la prensa comercial.

Hay situaciones cuya naturaleza no puede ser deformada: Fabricio es hermano mayor de Rafael, como quien dice, una “cuña del mismo palo”.

Todos los cables revelados por WikiLeaks son escritos por los respectivos embajadores norteamericanos acreditados en los países del mundo, dando cuenta de las interioridades políticas, económicas, subversivas y combativas de cada rincón del planeta.

Esos cables dan a conocer al Departamento de Estado y a la CIA (Central de Inteligencia gringa) lo que sucede sobre la base de las revelaciones que hacen los denominados “informantes”, que son desde esbirros voluntariosos hasta agentes mercenarios asalariados, permanentes o circunstanciales.

A veces esos cables han sabido  contener opiniones personales de quienes lo suscriben, como el caso de la embajadora en Ecuador que asumía como válida la posibilidad de que el presidente Correa hubiese designado un jefe policial corrupto para mantenerlo bajo control y cuando el Gobierno le exigió que defina su criterio, con toda soberbia guardó silencio y fue declarada persona non grata.

Con Fabricio y con WikiLeaks la prensa comercial pasó del gran escándalo al olvido total. Nada dijeron de Fabricio por la compra de compañías en los paraísos fiscales que sirvieran de cortina para ocultar mañoserías; y en cuanto a los cables, pasaron del gran escándalo por una supuesta corrupción presidencial en contubernio con la Policía al silencio impenetrable cuando los cables dan cuenta de conductas impuras de los sectores que se agrupan en la oposición.

¿Simples coincidencias? ¡Vaya usted a adivinarlo!

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