A veces siento que Ecuador es ese lugar en el que nada está bien, en el que todos de alguna forma tenemos parte de responsabilidad en el caos que vivimos. Temo que como país nos hemos convertido en un naufragio colectivo, sin capitán al mando y sin esperanzas.
Cuando me gana el desaliento al ver un futuro cada vez más complicado y confuso busco evasión en la literatura. Por eso me sumergí a conciencia en una novela que tenía pendiente desde hace un par de años, pero cuyo placer de leer había postergado deliberadamente, Volver la vista atrás, de Juan Gabriel Vásquez. Su título me resonaba en la mente como la letra de un tango. Al leer las primeras páginas caí en cuenta, ¡qué despistada!, de que era la frase de un poema de Machado que también es una canción mil veces cantada. Y por eso me era tan cercana y familiar.
La novela inicia un 10 de octubre de 2016 cuando el director de cine colombiano Sergio Cabrera que se encuentra en Europa recibe la noticia de la repentina muerte de su padre. El protagonista está en Barcelona para asistir junto a su hijo Raúl a una retrospectiva de sus películas y, de paso, para intentar recomponer su fracturado matrimonio, pues su mujer lo dejó hace algunos meses para irse a vivir a Portugal con la pequeña hijita de ambos. Cabrera está además viviendo un duelo político, personal; pues contra todo pronóstico el 2 de octubre su país rechazó en un plebiscito los acuerdos de paz que hubieran finalizado más de 50 años de conflicto armado interno en Colombia.
Solo en España, a la espera de la llegada de su hijo, aturdido por los puñetazos que el destino le está dando con saña, e intentando poner en orden sus ideas, Sergio Cabrera se pone a repasar los hechos que marcaron la vida de su familia desde la guerra civil española que obligó a exiliarse a su abuelo hasta los días recientes de su estadía en Barcelona.
La novela de Vásquez es un relato de no ficción con el apoyo de una impecable investigación social e histórica. Los personajes existen o existieron. Los hechos que narra son reales, tal como se los contó el mismo Sergio Cabrera a Juan Gabriel Vásquez. Todo sucedió: la militancia de Cabrera en la lucha armada en Colombia, su formación en la China de la Revolución Cultural de Mao, la decepción que lo hace abandonar la guerrilla y desmovilizarse, su tránsito por el cine colombiano desde actor infantil de televisión hasta director premiado por películas tan bellas como La estrategia del Caracol en la cual trabaja su padre Fausto Cabrera.
Hoy, cinco años después de los hechos narrados en el libro, Colombia está intentando retomar y mantener la paz que ilusionó a tantos y Sergio Cabrera acaba de ser nombrado Embajador de Colombia en China. Leí que continúa casado con Silvia, su mujer portuguesa. Siguiendo la filosofía de Sergio Cabrera: de los momentos más difíciles eventualmente se sale. Lo importante es vivir la vida de tal forma que viva quede tras la muerte.
