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El Telégrafo
Alfredo Vera

Violencia y terror

13 de enero de 2015 - 00:00

Un ilustrado amigo me premió con el regalo del libro Dora Bruder, que es la historia finamente narrada por el Premio Nobel de Literatura 2014, el francés Patrick Modiano, que sigue el rastro de una jovencita desaparecida de París, ocupada por los violentos y terroristas nazis que sembraron dolor y muerte en la Segunda Guerra Mundial aplicando acciones criminales contra los judíos.

Es inconcebible que leyendo o conociendo esos acontecimientos narrados con maestría, todavía los semitas de Israel no tengan empacho en cometer iguales o peores crímenes contra los palestinos sin importarles que las víctimas sean niños, mujeres, ancianos que no han cometido delito alguno que no sea pertenecer a otra etnia y otra religión.

Y el desate de la violencia sigue en su incontenible marcha sembrando terrorismo, muerte, tragedia y dolor, como los sucesos con los periodistas de la revista parisina Charlie Hebdo.

Es una cadena brutal y nefasta que demuestra la mentira universal de la supuesta civilización, de la falsa democracia, de la convivencia, de la falsa paz: el recuento de los crímenes cometidos por Pinochet, Videla, por Bush bombardeando Irak, las torturas confesadas por la CIA en las cárceles de Guantánamo y una decena de países europeos, las matanzas en el Medio Oriente, la desaparición de los 43 mexicanos, etc., demuestran que no hay región en el mundo donde el crimen organizado, los crímenes de Estado y la violencia espontánea dejen de destruir la cultura de la paz.

Cuántos muertos, asesinatos, explosiones, bombas, misiles, desapariciones, requieren los insaciables terroristas para calmar la sevicia de provocar muertes de personas inocentes, muchas de las cuales son víctimas sin siquiera sospechar que van a ser asesinadas.

En el nombre de la religión, de los derechos humanos, de la libertad, de la justicia, de las patrias y hasta hablando de dignidad o de soberanía, el genocidio es una salida que abochorna y denigra a la especie humana.

Y esto no es casual ni pasajero: Estados Unidos tuvo que esperar medio siglo para admitir públicamente que el bloqueo y la política de agresión y sabotaje contra Cuba había sido un fracaso, pero no contabilizan cuántas muertes por crímenes terroristas ocurrieron contra sus ciudadanos.

Y lo peor es que los actores del mal y de la crueldad que apareja el terrorismo y la violencia, por lo general, disfrutan de impunidad y no hay nada que los conduzca a reflexionar sobre el absurdo de sus pasiones desatadas a través del crimen.

Los grandes literatos pueden escribir maravillosamente sobre esta brutal manifestación de la locura de  mentes extraviadas por el odio y el desprecio a la vida de los demás, pero eso no es consuelo para las víctimas y sus allegados.

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