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El Telégrafo
Anabel Hernández

Violencia contra la niñez mexicana

21 de septiembre de 2019 - 00:00

Los crímenes cometidos contra cualquier ser humano son reprobables. Pero aquellos que se cometen contra la población infantil y adolescente lo son aún más. Privar de la libertad o de la vida a una persona que no tiene  posibilidad de defensa o de elección -no solo por su condición física, económica, cultural, sino tan solo por su edad-, mutila la posibilidad de un futuro viable para una sociedad.

En México la violencia es brutal de manera cotidiana. Las historias de los crímenes que se cometen dan la vuelta al mundo en los periódicos y noticieros. Por ejemplo, la existencia de una fosa clandestina en la zona conurbana de la ciudad de Guadalajara (Jalisco), donde hace unos días se encontraron 119 bolsas de plástico con restos humanos.

La imagen es abrumadora. Pero el lado más oscuro y voraz de la violencia en México se refleja en la cantidad de delitos que se cometen contra infantes y adolescentes, de entre cero y 19 años de edad. Si en general las víctimas adultas en México son silenciadas, ¿quién escucha las voces de niñas, niños y adolescentes? ¿Quién los ve? Son víctimas casi invisibles.

En los últimos 12 años de guerra entre los carteles de la droga, miles de niños y adolescentes en México han sido desaparecidos o asesinados. En esta guerra, como ocurre en otros países, servidores públicos, políticos, policías, militares, actúan como brazo armado de la delincuencia organizada, y han sido los responsables de violaciones graves a derechos humanos, incluyendo desaparición forzada y homicidio.

El último registro en el banco de datos oficial reconoce que de 2007 a abril de 2018 desaparecieron 8.195 personas entre 0 y 19 años de edad, de ambos sexos. Eso significa 682 víctimas al año, casi dos al día. La cifra de infantes y adolescentes que sufrieron desaparición forzada y de quienes se desconoce su paradero representa casi la cuarta parte del total de 37.435 víctimas registradas en ese período.

No hay paz posible, si los menores siguen siendo la eterna carne de cañón de las guerras que hacen los adultos. (O)

* Tomado de la DW

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