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El Telégrafo

Universidades en la cuerda floja: (I)

09 de diciembre de 2013 - 00:00

Desde hace muchos años soy catedrático de universidades públicas y privadas de Guayaquil, actualmente con licencia. Tuve la oportunidad de realizar cursos de postgrado en México y España. También estudié una maestría en Economía y Dirección de Empresas, bajo convenio Universidad de Chile-ESPOL, teniendo todos mis profesores chilenos títulos de doctorados en Estados Unidos y Europa. Por ello, con conocimiento del medio académico, me permito opinar sobre la crisis universitaria. Los principales aspectos de ésta se relacionan con el nivel académico, la investigación, el servicio a la comunidad y organización.

En general, en cuanto a lo académico, en la formación de cuarto nivel, hay pocos profesores con maestrías y escasísimos con doctorados. También hay problemas con la calidad académica, poco incentivo para aumentar la formación académica y facilismo tanto del lado de la academia y de los estudiantes. Sin embargo, hay que diferenciar a las politécnicas de las universidades, ya que en las primeras tienden a mayor formación de sus profesores, más exigencia académica a los estudiantes, más investigación de carácter técnico, mayor venta de servicios, etc., parámetros que han permitido que éstas se ubiquen en la categoría A.

Fui director de un centro de investigaciones económicas de una universidad privada, por muchos años, y pude constatar que hay poca investigación en las universidades porteñas. Hay escasa formación de investigadores, limitada investigación técnica, proyectos de investigación poco relacionados con la problemática nacional, reducidas publicaciones, etc. Finalmente, existe poco vínculo con la comunidad, que permita a los estudiantes devolver, en servicios, a la población lo que recibieron de la universidad. De ahí que me inclino porque los estudiantes realicen un servicio civil obligatorio en todas las carreras universitarias.

Por lo anterior, no me sorprende la decisión de las autoridades que supervisan la educación superior. El cierre de catorce universidades fue un acierto, pues éstas eran más un negocio que un centro universitario. Ahora se ha pasado a la intervención de algunas universidades, justificada por los serios problemas académicos, de investigación y organización. Finalmente, la categorización de las universidades, realizada por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Educación Superior (Ceaaces), ha bajado de categoría a algunas universidades en base a los problemas mencionados.

Hay casos críticos como el de la Universidad de Guayaquil, que pasa de categoría B a D. Esta centenaria casa de estudios, según el informe del Ceaaces, tiene principalmente problemas administrativos (contrataciones, jubilaciones, inequidad salarial, etc.), irrespeto a la gratuidad, pocos profesores con postgrado, etc. Me parece que los problemas relevantes son académicos, de investigación y servicio a la comunidad, a los cuales se debería dar prioridad, pues son estos aspectos los que hacen a una universidad. Si bien hay problemas de gestión, no solo se debe a la dirección de la máxima autoridad, sino que hay corresponsables como los organismos de cogobierno y las presiones políticas a las autoridades. La universidad debe reconocer sus debilidades, mejorar y trazar el camino a la excelencia.

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