Un gobierno grande es malo para la economía, es lo que oímos con frecuencia; y también aseguran que un estado proteccionista ha surgido por el deseo de los pobres de tener una vida fácil, haciendo que los ricos paguen los costos de los ajustes económicos que son demandados constantemente por las fuerzas del mercado. Los impuestos que se pagan para bonos y subsidios no solamente hacen que el pobre sea perezoso, sino que quitan el incentivo que tiene el empresario para generar riqueza, lo cual hace a la economía menos dinámica.
Con el proteccionismo la gente no siente la necesidad de ajustarse a nuevas realidades del mercado, manteniendo estándares profesionales y modelos de trabajo que no se ajustan a una economía creciente. Todo esto que nos dicen va acompañado de las historias acerca del fracaso de las economías socialistas. Y por supuesto, nos piden que miremos la falta de dinamismo en Europa debido a sus embotados gobiernos proteccionistas, comparados con la vitalidad en los Estados Unidos de Norteamérica.
Sin embargo, la realidad que vemos es que un bien diseñado gobierno orientado hacia el buen vivir proporciona a la gente el coraje necesario para buscar oportunidades en su trabajo y, evidentemente, estar más abierta al cambio. Y esta es la razón por la cual el comercio en Europa demanda menos proteccionismo que en Estados Unidos. Los europeos saben que si sus industrias cierran por competencia extranjera, podrán mantener su nivel de vida por medio de los beneficios de desempleo y ser entrenados para un nuevo empleo que eventualmente se ofrecerá cuando su gobierno atraiga la inversión con subsidios. Los americanos, por su lado, saben que perder su trabajo actual puede significar una inmensa caída en su estándar de vida y posiblemente sea el final de su vida productiva.
Es por eso que los gobiernos europeos con grandes estados proteccionistas, como Suecia, Noruega y Finlandia, han crecido más rápidamente o por lo menos han mantenido su crecimiento comparable con Estados Unidos, aun durante el llamado ‘Renacimiento Americano’ de la década de los 90.
En consecuencia, es necesario entender lo que es un gobierno orientado al buen vivir, donde el Estado juega un rol clave en la protección y promoción económica y social de sus ciudadanos. Y que está basado en la igualdad de oportunidades, la igualitaria distribución de la riqueza y la responsabilidad pública para aquellos que no pueden por sí mismos conseguir lo mínimo para una vida decente. En otras palabras, es un Estado que trabaja por abolir la pobreza.
