Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

¿Todos juntos por fin de año?

03 de enero de 2014 - 00:00

Algunos confunden el sentido cristiano de las fiestas de fin de año (desde Navidad hasta Reyes) con una especie de versión bucólica y romantizada, según la cual todos debieran vivir en perpetua armonía y buenas relaciones mutuas, sin contradicciones ni conflictos.

Tal imaginario es obviamente inconsistente con cualquier realidad, pero a la vez con cualquier buen deseo. El amor y el compromiso con los otros no se sostiene en una especie de bovina pasividad, o en el sonreír siempre (cuando corresponde y cuando no); el amor se sostiene en la búsqueda del bien común, y eso nunca es simplemente decir que sí a todo, o quedar bien con los demás a cualquier precio.

Desde el punto de vista cristiano esto siempre ha estado claro, aunque ni en la Iglesia misma todos lo hayan respetado. “No he venido a traer la paz, sino la espada”, se dice en el Evangelio; y en otro pasaje: “El que no está conmigo, está contra mí”. Nada de medias tintas, de condescendencias con cualquiera que aparezca, de aceptación de lo banal, lo mediocre o lo falso como si fuera admisible.

Los actuales gobiernos latinoamericanos de carácter popular, como el ecuatoriano y el argentino con sus mutuos parecidos y diferencias, han traído no la paz, sino la espada, en el sentido de abrir espacio a la discusión política.

Al salir de las políticas dominantes que estaban totalmente naturalizadas como si fueran lo único posible, el horizonte se abrió a otras opciones y dejó de ser homogéneo. Por eso, ahora se discute más. Y qué bueno que así sea; se trata de un proceso de repolitización de la sociedad, para los casos de estas sociedades a que referimos.

Por ello, en este fin de año, conciliarse con los hermanos no es tender a pensar todos igual ni resignar las propias posiciones. Sí es obligarse a la seriedad propositiva y argumentativa (lo cual hoy en algunas oposiciones políticas, muy visiblemente para el caso argentino, está por completo ausente); es asumir el respeto por el otro y también la decisión de saber estar juntos, pero no mezclados.

Es decir: el amor no implica el acuerdo, tampoco la frágil condescendencia con el mal ni la asunción de lo timorato o lo pusilánime. El amor es compromiso con el otro a través de la verdad, eso que hoy tanto repele a muchos medios de comunicación y -como bien sucede siempre con la verdad-  puede doler. Pues, como bien ha dicho ese maestro de lo cotidiano que es Serrat, la verdad “lo que no tiene, es remedio”; y por ello nos interpela y nos exige, allí donde hoy reinan la hipocresía, la mentira, la deformación informativa, la falta de sinceridad y el apego a los propios intereses y privilegios, presentado como si fuera sincera defensa de derechos legítimos.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media