Queridos anarquistas, vengo a aguarles la fiesta. Recién me dijeron que un mundo perfecto sería un mundo sin leyes y mi respuesta es simple: todo, absolutamente todo, es Derecho y, sin Derecho, no puede vivir. Hagamos la prueba:
Empecemos por lo actual e innegable: usted tiene en sus manos este periódico y lo está leyendo; ¿Por qué? Porque así el Derecho se lo permite: usted sabe leer porque estudió en una escuela donde fue alfabetizado. La alfabetización es un derecho humano normativizado y para ser alfabetizado se requiere una política de Estado que emana del Poder Legislativo, que a su vez emana de la Constitución. Una vez que sus padres lo inscribieron en la escuela (son sus padres porque la Ley Orgánica de la Salud y la Ley de Gestión de la Identidad y Datos Civiles obliga a los hospitales a registrar el día y hora de nacimiento y la identidad de los progenitores) gracias a que la Ley de Educación permitió la constitución y obtención de permisos de funcionamiento de dicha escuela.
Luego, usted aprendió a leer y escribir, pero previo a comprar este periódico debe saber que su contenido se encuentra protegido por Derechos de Autor. Al comprar este diario usted pagó en efectivo (con dinero de circulación nacional regulado por el Código Orgánico Monetario y Financiero) y si lo lee digitalmente tiene un contrato (Derecho Civil) de internet y le emiten una factura (regulada por la normativa tributaria). Y así podríamos seguir ilimitadamente, como por ejemplo al explicarle que, para ir a su casa, luego de leer esta columna, utilizó su vehículo (tras una transacción mercantil), pero detuvo su marcha en tres semáforos porque la Ley de Tránsito así lo dispone.
Y si anochece y usted puede seguir con la lectura de este texto es gracias a que puede encender las luces porque pagó una tasa a la Empresa Eléctrica. Termina siendo innegable que todos los actos de la vida diaria, tales como abordar un vehículo o comprar un periódico, tienen trascendencia jurídica por cuanto celebramos contratos, actos de comercio, etc., por lo que se requiere de una ordenación adecuada, de una precisa normativización que contemple un catálogo de derechos y obligaciones para vivir. Por ello, queridos anarquistas, Bobbio sostuvo que “Nuestra vida se desenvuelve dentro de un mundo de normas. Creemos ser libres, pero en realidad estamos encerrados en una tupidísima red de reglas de conducta, que desde el nacimiento y hasta la muerte dirigen nuestras acciones en esta o en aquella dirección. Y, el gran Rousseau: “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”. (O)
