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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

Tiempos olvidados y tiempos para olvidar

16 de octubre de 2022 - 00:00

Tiempos olvidados aquellos de respetar las canas y saludar a los mayores, tiempos para olvidar éstos, en donde se adoptan perros y se abandonan viejos, en una suerte de ascenso de los animales y descenso del ser humano en la clasificación de los seres vivos; tiempos olvidados aquellos en donde los políticos tenían una solvente preparación intelectual, tiempos para olvidar éstos, en donde gaznápiros, pelafustanes y advenedizos balbucean dos o tres incoherencias y creen ser los padres de la Patria; tiempos olvidados aquellos en donde se escribían partituras, tiempos para olvidar éstos, en donde se repiten estribillos en mediocres discursos de barricada.

Visto como está el patio de cara a las elecciones seccionales, cada día amanecemos más convencidos de la inconsciencia e inconsistencia de casi todos los políticos contemporáneos, simplemente porque hay mucho por leer y hay “dirigentes” que demuestran que no han leído nada de nada, por lo tanto, sus indocumentadas “soluciones” solo nos podrían conducir al despeñadero. Cuánta razón llevaba el mítico Jesús Quintero, entrañable Loco de la Colina cuando decía: “…la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza, nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en toda su jodida vida…”

Hay personajillos demagogos y populistas que engañan a mansalva y les queda bien porque esa es su ridícula naturaleza, que mienten sin escrúpulos y sorprenden a la despistada mayoría que, por su parte, piensa en dar segundas oportunidades, seguro que muchos de ellos, ilusoriamente sienten frente al televisor el viento de la rosa de Guadalupe. Quienes fallaron estrepitosamente únicamente podrían ser candidatos, ahí si con todos los méritos, a purgar condenas en la cárcel. Tiempos de impunidad, tiempos para olvidar.

Hemos llegado al punto en el que, corruptos y corruptores presumen el dinero mal habido y son aceptados socialmente sin ningún resquemor, en tanto que los honrados cumplidores de la ley, batallan sin tregua en busca de oportunidades que no llegan. Nunca ha sido más cierto el tango “Cambalache” de Santos Discepolo, genial argentino que lo compuso en medio de la Década Infame en 1934, han pasado 88 años y su letra sigue vigente, hay una maldad insolente, es lo mismo ser derecho que traidor, tanto el irrespeto, como el atropello a la razón es pan de todos los días, no cabe duda que hoy, vivimos tiempos para olvidar.

Sin embargo, no todo está perdido, los viejos sabios orientales manejaban optimistas la idea de que TODO PASA, llegará el día en que los buenos sirvan de ejemplo y que los irredentos e impersecutos, aunque sea por equivocación, conveniencia o negocio, se conviertan. No perdemos la esperanza de que pronto las luchas que se libran con coraje y autenticidad produzcan positivos resultados…en caso contrario, siempre será satisfactorio haber transitado por este mundo con dignidad y decoro, dejando claro que caminamos, sin claudicar, por el sendero correcto y que lo malo es malo, aunque muchos no lo crean. Mientras lo sepamos y sobre todo lo creamos, no todo está perdido.

Al final del día, hemos de suscribir, desde la A hasta la Z, aquellas palabras del ex presidente Carlos Julio Arosemena Monroy quien, por confesión propia, no daba buenos ejemplos, pero si buenos consejos:

 Soy un hombre que permanentemente lucho contra mí mismo, soy no solo apasionado sino contradictorio, es parte de mi naturaleza…Esquilo en el capítulo de Agamenón, dice que hace mucho tiempo no lo han visitado las ilusiones, yo lo digo también, pero inmediatamente surge dentro de mi algo que me dice ¡NO! Tu podrás conseguir todo lo que quieras y noto que las ilusiones nunca se fueron…por eso soy contradictorio…”

Es probable que la gente decente sea calificada como ingenua porque busca integridad y constantemente quiere mejorar como personas, funcionarios, periodistas, empresarios, trabajadores o estudiantes, bendita ingenuidad que nos da la fuerza para seguir creyendo en el género humano, a pesar de las novelerías insustanciales. Es verdad que nuestro país, en su tortuoso camino hacia el bienestar, ha tropezado con sujetos que no merecen ningún predicado, pero nos queda el consuelo de que están presos, prófugos, con grillete o en algunos casos muertos, pues que descansen en paz…a fuego lento.

Si en las urnas ganan los malos, mediocres y corrompidos, tendremos que ser los primeros en salir a la calle con un letrero al cielo que diga:

¿Y el meteorito pa´ cuando? 

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